¿Estamos matando ilusiones?

Formulo con frecuencia esa pregunta, puesto que todo lo que como partido gobernante vamos permitiendo es que predomine la idea de que quien tiene dinero es el que puede asumir candidaturas a cargos de elección popular, desde regidurías, alcaldías,&#823

Formulo con frecuencia esa pregunta, puesto que todo lo que como partido gobernante vamos permitiendo es que predomine la idea de que quien tiene dinero es el que puede asumir candidaturas a cargos de elección popular, desde regidurías, alcaldías, diputaciones, senadurías y presidencial.

Dejamos, además, que las organizaciones políticas luzcan como un botín a ser asaltadas para desde ellas ir a posiciones para hacer más dinero que las cantidades que se gastan para ganar el puesto de elección de que se trate. Un botín porque ni siquiera se detienen a conocer del proyecto de país que esa organización política sustenta.

El sistema mundialmente dominante distrae toda la atención para que los dirigentes políticos concentren su interés en posiciones a buscar y alcanzar. Han logrado incluir en esa distracción el que estos tiempos no son de definiciones ni para invocar ideologías; llegan al colmo de anunciar el final de las ideologías y de la historia. Sobre debatir entre lo establecido y los cambios por un proyecto de nación, el interés y la atención se ha orientado al debate de quién ha de ser presidente u otra posición electiva y quién no.

¿Quiénes han logrado distraer la atención hacia esos propósitos tan personales? Obviamente, que las fuerzas sociales y económicas que como poderes fácticos construyen sus propios espacios políticos desde diferentes manejos de la sociedad. También, la natural condición de carencias en la personalidad humana que busca halagos, reconocimientos y necesidad de llenar vacíos existenciales (complejos de inferioridad) al sentirse colocado en un nivel superior del que proviene.

El asunto es que el PLD se fundó para crear ilusiones, no para ser un botín a ser asaltado para llenar vanidades ni ser un instrumento de ascenso social.

El PLD tiene una causa a alcanzar que tiene que ver, primero, con la creación de un Estado con instituciones sólidas, estables y dedicadas al crecimiento de todo el pueblo y, segundo, con el desarrollo económico y la superación de las desigualdades, en especial, de la pobreza.

Presenciamos un PLD a ser asaltado como un botín, en el cual se sube sobre cualquiera de las candidaturas a ser presentadas y tener dinero basta para ser elegido; a eso le llaman democracia. No importa si el que postula está descalificado o si su dinero es sucio. Se invoca su derecho a postularse.

Tampoco importa si responde o no al colectivo partidario defendiendo la causa que la organización sustenta. La prostitución partidaria y su conversión en un botín, ha sido una forma perversa de corromper los partidos progresistas, inutilizándolos como instrumentos de cambios.

Las fuerzas sociales y económicas que como poderes fácticos gobiernan inducen indirectamente a que cualquier medida de gobierno que toque sus intereses de crecer sin parar en los beneficios que reciben, las atacan con tanta ferocidad y personalizando en los líderes políticos recreando su vanidad o matándolos moralmente.

El PLD está en esa disyuntiva de tomar uno de dos caminos, asume su proyecto y causa de nación o continúa convirtiéndose en un botín político.

Los dirigentes políticos debemos saber que matar ilusiones aleja a generaciones enteras que están llamadas a vitalizar la organización, conjugando con generaciones anteriores para continuar causas. De lo contrario, matar ilusiones provoca frustración y rebeldía que organizada toma formas de otros estilos partidarios.

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