Sobre “Una Brillante Navidad”

En una reciente columna, Leila Mejía alaba las maravillas de Brillante Navidad en el Parque Iberoamérica, a la vez que dice estar sorprendida por lo que ella califica un “ataque sistemático” al Parque y desdeñosamente nos endilga representar&#8230

En una reciente columna, Leila Mejía alaba las maravillas de Brillante Navidad en el Parque Iberoamérica, a la vez que dice estar sorprendida por lo que ella califica un “ataque sistemático” al Parque y desdeñosamente nos endilga representar “2 o 3 voces” con “acceso a medios para hacer mucho ruido”. Con altivez nos llama “egoístas, mezquinos e insensibles” por pretender “boicotear la mejor y más bella opción que tienen los padres pobres”, interpretando el conflicto -desde su prisma- como uno de clases, porque nuestro “elitismo ha evidenciado que no (nos queremos) mezclar con los pobres y que no los (queremos) ni cerca de (‘nuestra’) zona”.

Debo admitir que yo también estoy sorprendido, pero en mi caso se debe a la obtusa visión de Leila Mejía en relación al conflicto que embarga a nuestro vecindario por las actividades en el Parque. Prefiero concederle a Leila el beneficio de la duda de que su motivación se debe a una ignorancia de lo que el vecindario realmente está viviendo. Hago esta distinción por el reconocido y admirable esfuerzo en pro de los animales desamparados y maltratados que ha llevado a cabo la comunicadora. Es exactamente por este motivo que encuentro sorprendente su incongruencia.

Debo resaltar que Leila confunde dos actividades distintas que se realizan en el Parque: los conciertos en el Anfiteatro Nuryn Sanlley y Brillante Navidad. El recurso de amparo presentado originalmente por la comunicadora Yolanda Martínez y al cual se ha sumado la Junta de Vecinos La Esperilla, se debe a la insoportable contaminación sónica que emiten los conciertos desde el Anfiteatro, comprobada por el Ministerio del Medio Ambiente con mediciones de hasta 80 decibeles, que exceden el máximo de 50 permitido durante la noche. Pero sucede que las Normas Ambientales para la Protección contra Ruidos de junio 2003 van aun más lejos: prohíben tajantemente el uso nocturno de altoparlantes y equipos de sonidos musicales en áreas de tranquilidad y de quietud para la preservación del hábitat, como lo son el Parque y su entorno.

Como defensor de los espacios públicos de la Junta de Vecinos, llevo la voz cantante en mi oposición a Brillante Navidad (BN) porque, por encima de que la actividad viola la Ley 64-00 y la Normativa para el Parque Iberoamérica, dictada por el mismo ADN (Ordenanza No. 3/2015), este evento –en su diseño actual: 4 millones de visitantes en 38 días en un recinto de aproximadamente un kilómetro cuadrado- irremediablemente destruirá la flora, la fauna y los magníficos recursos naturales del parque. El arbolado, las especies endémicas no resistirán, y los patrocinadores de las actividades serán cómplices de “Parquicidio”.

Tenemos una responsabilidad sagrada frente a las futuras generaciones: entregarles íntegramente el patrimonio nacional que en su momento nos fue confiado. Nadie, absolutamente nadie, está facultado para actuar por encima de la ley, aniquilando en el proceso los invaluables e insustituibles recursos naturales que contiene el Parque y que pertenecen a toda la Nación, de hoy y del porvenir. 

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