Los jóvenes pagan con sus vidas

En las últimas semanas la educación sexual y el embarazo adolescente fue puesto una vez más en la agenda nacional, porque alguien “descubrió” el manual “Hablemos. Educación Sexual para Jóvenes”, que ya va por su tercera edición (la…

En las últimas semanas la educación sexual y el embarazo adolescente fue puesto una vez más en la agenda nacional, porque alguien “descubrió” el manual “Hablemos. Educación Sexual para Jóvenes”, que ya va por su tercera edición (la que tengo data del 2008), y es producto de un excepcional trabajo con objetivos pedagógicos elaborado por acreditados educadores, orientadores y sexólogos dominicanos.

Mientras aquí los santurrones critican, este libro y los programas de educación para jóvenes de PROFAMILIA ganan elogios de expertos y sirven de referencia para otros países. Aunque es un manual para educadores y orientadores, sus “descubridores” lo presentaron como libro de texto vigente en las escuelas.

Para entender el daño que hacen los promotores de posiciones ya superadas en la educación de los jóvenes, cito a continuación datos irrefutables que muestran el fracaso de esta visión jurásica cuyo único resultado es troncharle el futuro a miles de muchachos y muchachas principalmente de origen humilde.

República Dominicana ocupa la vergonzosa primacía de ser uno de los primeros cinco países latinoamericanos con más alta tasa de embarazo en adolescentes, porque una de cada cinco mujeres adolescentes ha tenido hijos o ha estado embarazada. El 20% de las chicas que abandonaron la escuela lo hacen por un embarazo y el 36% de las mujeres de 20 a 25 años de edad se casaron o unieron antes de los 18 años.

El 54% de las mujeres y el 73% de los hombres han tenido su primera relación sexual antes de los 18 años, en la gran mayoría de los casos sin el conocimiento de los riesgos que asumen por el peligro de contraer una enfermedad de transmisión sexual, de un embarazo y de la consecuente hipoteca social que esto traerá a sus vidas.

Mientras los conservadores escudan su atraso, a veces hipócrita, en un cristianismo desfasado y niegan el derecho a la educación sexual a los más pobres, los jóvenes viven su sexualidad prisioneros de la ignorancia inducida, que les impide asumir una actitud consciente.

“Este inicio temprano de la vida sexual, se produce asociado a una alta tasa de embarazos en la adolescencia. A nivel nacional, el 20.6% de las adolescentes ha estado alguna vez embarazada (Endesa, 2007) siendo la gran mayoría de estos embarazos no deseados y con consecuentes efectos en la deserción escolar. Además, el embarazo a temprana edad crea limitaciones en la adolescente para su inserción oportuna en el mercado laboral, favoreciendo una reproducción del círculo de la pobreza en que vive”.

Los hijos de las familias mejor posicionadas y educadas reciben la educación que se les niega a los pobres. Alegando que es dañino que aprendan sobre sexo y anticonceptivos se les condena a jugar eso sin conocer los riesgos de su ignorancia.

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