Dialogar es la opción de Danilo

“Todos debemos reconocer que nuestras verdades pudieran no serlo y que los que parecen errores de nuestros adversarios pudieran ser verdades”, Mario Vargas Llosa.

“Todos debemos reconocer que nuestras verdades pudieran no serlo y que los que parecen errores de nuestros adversarios pudieran ser verdades”, Mario Vargas Llosa.

El presidente Obama, comandante del ejército más poderoso jamás conocido, dialoga. Lo hizo con Cuba, tras 50 años de insultos proveniente de un país en cuyo territorio él tiene una base militar, una pequeña isla que podría ser militarmente pateada en cuestión de horas con un ataque masivo.

Obama, líder de un proyecto imperial omnipresente, después de años de diferencias y confrontaciones pactó con Irán, un país hostil que en el pasado humilló a Estados Unidos.

Estados Unidos y Rusia, en los momentos más álgidos de la guerra fría, siempre dialogaron, sus líderes tenían una línea telefónica directa y firmaron varios acuerdos de desarme nuclear. Ahora en medio de las tensiones por su confrontación indirecta en Siria, están dialogando.

La guerra moderna más sangrienta protagonizada por Estados Unidos fue la de Vietnam. Murieron más de 3.8 millones de personas y el ejército norteamericano perdió 60 mil hombres. El ejército más poderoso del mundo fue humillado en las junglas vietnamitas y el presidente Nixon y su ministro Kissinger, pactaron su derrota en una mesa de diálogo en París en 1973. Ambos países hoy tienen relaciones y se sientan juntos en la mesa del Acuerdo Comercial Transpacífico, recién firmado.

Más cerca están los presidentes Maduro, de Venezuela, y Santos, de Colombia. Protagonizaron un ácido intercambio de insultos, y todos conocimos las vejaciones a que fueron sometidos los colombianos residentes en Venezuela en la región fronteriza con Colombia. Al agrio intercambio mediático siguió una reunión en Ecuador donde ellos sentaron las bases de un entendimiento.
En julio de 1969 El Salvador lanzó un ataque militar contra Honduras. La excusa para esta guerra de cuatro días fue una disputa fronteriza. El diálogo puso fin a la confrontación y en octubre se firmó el acuerdo de paz en Lima para dirimir las diferencias en una corte internacional. El ejército imperial norteamericano invadió la República Dominicana en abril de 1965. Pudieron barrer a los héroes defensores de la soberanía, pero se impuso la diplomacia y el conflicto terminó en un acuerdo de paz. Era imposible para los patriotas vencer militarmente al agresor, y por consideraciones diplomáticas el imperio -con todo su poder- no podía pagar el alto costo político de una victoria militar.

Así es la aldea global hoy. “La sociedad nunca ha sido tan dialogante y pacifista como ahora” (Rafael Pérez, 2010). Danilo Medina hizo bien al dialogar con Haití en Barahona. Ya está ganando y si los vecinos no actúan razonablemente, en las próximas semanas, acumulará nuevas ganancias, porque el diálogo es la única estrategia posible. Otra cosa es un absurdo pasional, irresponsable. No he escuchado aún ninguna otra estrategia, porque no existe. Dialogar no es lo mejor, es lo único posible.

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