Maritza se abre paso en un mundo de hombres

Maritza Castro entiende que está en el camino correcto. Abandonó el confort de San Diego, California, para trasladarse a la República Dominicana en busca de continuar en la dirección de sus sueños: convertirse en la primera fisioterapeuta latina&#823

Maritza Castro entiende que está en el camino correcto. Abandonó el confort de San Diego, California, para trasladarse a la República Dominicana en busca de continuar en la dirección de sus sueños: convertirse en la primera fisioterapeuta latina en Grandes Ligas.

Su fe inquebrantable, su preparación y el deseo de sobresalir en un área dominada por hombres ayudaron a Maritza a iniciar, a los 21 años, la travesía de esta carrera. “Vi una oportunidad grande, como latina y como mujer. Se están abriendo muchas puertas en el béisbol. A pesar de que aún hay que pelear en un negocio que está dominado por hombres, hay que seguir buscando las oportunidades”, dijo Castro a elCaribe. Maritza, de padres mexicanos, se trasladó a Estados Unidos con toda su familia a los 18 años. “Nunca pensé que iba a ser fisioterapeuta de jugadores. Doctora sí, cuando estaba en México apliqué para la escuela de medicina pero por causa del destino me mudé a San Diego y fue como volver a empezar de nuevo”, explicó Maritza, quien se graduó en Fisioterapia Deportiva en la Universidad de San Diego, y después, realizó una maestría en la Universidad Estatal de San José.

Castro no estuvo ajena a los desafíos que representa sobrellevar una carrera universitaria en la llamada primera potencia mundial, es por ello que se sacrificó a laborar desde temprano para concretar sus metas. “Trabajé en restaurantes, hoteles, casinos y supermercados. Mis padres siempre me apoyaron pero traté de no depender de ellos. Desde temprano fui muy independiente, sobre todo, económicamente. Tenía dos trabajos desde que estaba en la universidad, además de la pasantía. Uno de fin de semana, cuándo no viajaba con el equipo, como cajera en una tienda de Target y el otro en las mañanas como cajera en el supermercado de la escuela”, apuntó Castro, quien se crio en Barrancas de Santa Clara, Jalisco.

Luego de graduarse, adquirió experiencia a través de distintas universidades que le dieron la oportunidad de tratar con atletas. Trabajó en clínicas de terapias físicas, en el béisbol universitario, en ligas de verano y también viajó a México para laborar con equipos profesionales de fútbol.

“Muchos de mis mentores me motivaron a irme por este camino y me dijeron que tenía que entrar al béisbol. En 2014, aplico para los Padres de San Diego, se abrió el puesto en la liga de verano de este equipo en la nación dominicana y no dudé en empacar mis cosas y subirme”, dijo Maritza a carcajadas.

No sólo vio la oportunidad de crecer aún más en esta profesión, sino que también rompió barreras tras laborar con los Leones del Escogido, convirtiéndose en la primera fisioterapeuta femenina en participar con un equipo de béisbol invernal dominicano. “Tenía dos años en este país, entonces, al Moisés Alou trabajar para San Diego, tenía la inquietud de trabajar con algún equipo de liga de invierno. Le comenté esto a mitad de la temporada y cuando llegó la campaña de béisbol, me dio la oportunidad de venir para acá”, manifestó Maritza.

Castro recordó que los primeros días fueron bastante difíciles. Para ello, tuvo que lidiar con el hecho de que no es costumbre ver una mujer en los camerinos, además de tratar de ganarse la confianza de los jugadores escarlatas.

“Al principio, muchos de ellos no me tenían la confianza, no me permitían tocarlos, por el hecho de que eres mujer te ven como débil, que no puedas hacer el trabajo, pero después que me gané su confianza, me recibían”, sostuvo. “Voltea, ya no tienes que agachar la cabeza”, le decían los jugadores, sinónimos de que ya estaban en confianza y que mientras los días transcurrían le tenían más respeto.

“Era difícil ver una mujer dentro del clubhouse, ahí cuando estábamos vistiéndonos y que se ocupara de las lesiones de nosotros, pero después nos fue mostrando el gran trabajo que hace y ya es parte de nosotros”, comentó el lanzador Jorge Sosa, quien resultó junto a Eury Pérez, los más difíciles de tratar por ella al inicio. Para Maritza, de 33 años, su mayor reto está a la vuelta de la esquina. Luego, de que Sue Falsone se convirtió en la primera fisioterapeuta en las Grandes Ligas al ser contratada por los Dodgers en 2007. “Cuando haces un buen trabajo, y conoces a la gente correcta, nada es imposible. Donde tú vayas haz el trabajo cien por ciento y en un futuro podrás estar ahí.

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