Rendir cuentas

Se habla del predominio de la falta de rendición de cuentas, que viene a ser parte de una cultura pública. A veces los más demandantes de transparencia cuando les corresponde practicarla miran para otro lado.

A rendir cuentas

Así como hay radicales en el pensamiento que llegan a límites, existen personajes en nuestro ambiente que pretenden hacer y deshacer…

Se habla del predominio de la falta de rendición de cuentas, que viene a ser parte de una cultura pública. A veces los más demandantes de transparencia cuando les corresponde practicarla miran para otro lado. Los más atacados son los políticos y los partidos, y los funcionarios públicos. Están obligados a proceder de manera diáfana porque sus puestos son de servicio público. Ahora, los ojos de todos miran los RD$1,610,086,923.00 que les ha asignado la Junta Central Electoral (JCE) para gastar durante la campaña electoral, siempre que no haya segunda vuelta.

Entre las organizaciones más activas exigiendo transparencia están las famosas Organizaciones No Gubernamentales, que manejan recursos supermillonarios, en buena proporción, provenientes del erario. Otras veces de organismos, naciones y agencias internacionales.

Con sorpresa hemos visto en este diario una información de Martín Polanco que nos dice que esas entidades manejarán este año 1,598 millones 694 mil 300 pesos, casi lo mismo que los partidos políticos. Pero no todas dan cuenta de lo que hacen con tanto dinero, si nos atenemos a lo ocurrido el año pasado.

Según las estadísticas de la Cámara de Cuentas, hasta los primeros diez meses de 2015, el 38% de esas instituciones no habían entregado un informe de cómo dispusieron de los recursos que el Estado les asignó a través de los diferentes ministerios.

La rendición de cuentas no es un deber de una parte de los actores de la sociedad, sino de todos, y especialmente de los más exigentes críticos. Mucho se dice que algunas asociaciones “sin fines de lucro” son administradas como empresas particulares, como medios de vida para sus “dueños”.

Todo dinero que proviene del Estado es público y, como tal, pertenece a la sociedad y en consecuencia debe tener un destino cierto, dedicado a causas nobles. La única manera de saberlo es si quienes lo manejan presentan resultados.

Total, se reclama información, pero la verdad es que aunque la ofrezcan tampoco hay seguimiento ni fiscalización efectiva de lo gastado. Pero al menos, si ofrecen el informe, se refleja que existe una organización mínima que pone empeño en llevar las cuentas idealmente claras.

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Así como hay radicales en el pensamiento que llegan a límites, existen personajes en nuestro ambiente que pretenden hacer y deshacer con los recursos del erario, en la falsa creencia de que nunca tendrán que rendir cuentas. Qué bueno que en los últimos tiempos por lo menos avanzamos en la estructuración de legislaciones que, de cumplirse como manda el librito, penalizarían el abuso, la prevaricación y la corrupción en sus múltiples facetas. Y ojalá que se endureciera el castigo por la comisión de ese tipo de delito y sus colaterales, no sólo en el ejercicio público sino también –y con la misma dureza- en el privado. Reflexiono de esta forma, enterado del nuevo requerimiento que preparan auditores de la Cámara de Cuentas buscando información sobre los gastos en que incurrió uno de esos entes del Estado que funciona como si fuera un emirato, en errada y antojiza interpretación de su autonomía y descentralización, al gastar una suma increíble, que solo citar su cuantía es hasta ofensivo a la pobreza de muchos, para una celebración que bien podría compararse con un bacanal, donde imperó el boato, la imprudencia y la indelicadeza. El(os) que estaba(n) ahí que se prepare(n) para hablar hasta en chino al rendir cuentas. Tarde o temprano…

Dos preguntas

¿Por qué será que hay tantas personas que se creen dueñas absolutas de la verdad? ¿Por qué muchos que reclaman respeto a sus posiciones, a veces son los primeros que irrespetan el derecho de los demás a expresar las suyas propias? En forma repetitiva me he hecho estas preguntas para mis adentros en las últimas horas, luego de recibir en mi cuenta de email varios mensajes insultantes y groseros, obviamente anónimos o firmados cobardemente con seudónimos, en rechazo a mi comentario de la víspera en que disiento, con todo el derecho que me asiste, de los que buscan sus minutos de fama y celebridad pidiendo sometimientos judiciales para sus culpables favoritos del déficit fiscal. Otra vez repito: ¡Aaah democracia que permite cosas en su nombre…!

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