Estado moroso

El Estado dominicano es moroso en materia de deuda inmobiliaria. Es un calificativo moderado, pues por la antigüedad y magnitud de las deudas, la definición debería ser “mala paga”.

El Estado dominicano es moroso en materia de deuda inmobiliaria. Es un calificativo moderado, pues por la antigüedad y magnitud de las deudas, la definición debería ser “mala paga”.Según explicó el presidente del Tribunal Constitucional, doctor Milton Ray Guevara, en el Almuerzo Semanal de elCaribe de esta semana, el Estado tiene deudas que datan de más de medio siglo.

Todos los aeropuertos estatales, excepto el de Samaná, fueron construidos en terrenos de propiedad privada que el Gobierno declaró de utilidad pública pero que todavía no ha indemnizado a sus propietarios.

Esa sola referencia representa un ejemplo alarmante, pues algunas de esas obras, como el Aeropuerto Internacional Las Américas, tienen más de medio siglo de construidas lo que indica que la deuda es igual o más antigua.
Probablemente muchos de los propietarios originales y algunos herederos han fallecido, dejando un enorme viacrucis a los familiares.

Pero el problema no es solo el monto de las deudas, las que deben acumular muchos millones de pesos. También está el tema de la propiedad.
Jurídicamente el dueño original conserva el derecho, la titularidad del inmueble mientras no sea resarcido por el Estado.

En el caso de los aeropuertos, probablemente no haya consecuencia porque son obras para la eternidad. Pero en caso de que se trate de viviendas construidas por el Estado en terrenos privados para proporcionárselas a familias pobres, como las hay en varios proyectos, el impasse se produce al momento de darles títulos de propiedad a los beneficiarios de las unidades.

Por esas imprevisiones hay numerosos inconvenientes en la Comisión de Titulación que designó el actual Gobierno. El saneamiento de propiedades atribuidas al IAD, Bienes Nacionales y al CEA enfrenta inconvenientes heredados de esa mala práctica.

El Gobierno actual se cuida de no hacer declaratoria de utilidad pública sin recursos para pagar. Pero la deuda vieja sigue igual.

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