Nuevos retos para el arte nacional

Ciertamente el 2016 apenas inicia. Aún debemos dejar transcurrir un par de meses para vaticinar qué será del arte por estos días. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el proceso creativo se muestra lento y más que todo lo que se aprecia es…

Ciertamente el 2016 apenas inicia. Aún debemos dejar transcurrir un par de meses para vaticinar qué será del arte por estos días. Sin embargo, hay que tener en cuenta que el proceso creativo se muestra lento y más que todo lo que se aprecia es un reciclaje por parte de los creadores.

Estamos viviendo en un contexto difícil en todos los sentidos y, hasta el momento, no hemos visto una voz que se levante para registrar los hechos.
El fin social del arte parece estar en crisis, su valor historiográfico. Hace falta que nuestros artistas se conviertan en ratones de laboratorio, que empiecen a hurgar en las necesidades del pueblo para de ese modo recrear por medio de sus manifestaciones el sentir de su gente.

Son muchos los problemas que aquejan nuestra sociedad y se resolvieran si todos y todas aunáramos esfuerzo. Así que es nuestro deseo y posiblemente el de muchos poder encontrarnos con artistas que en medio de su sensibilidad sean capaces de luchar por aquellos elementos que hacen de un Estado un espacio de igualdad, confraternidad y convivencia.

Nos preocupa que la falta de identidad esté contribuyendo a la mengua de los afectos en el contexto artístico dominicano, en todas sus manifestaciones, pues el sólo saber que al escritor de origen peruano Mario Vargas Llosa se le otorgará el Premio Internacional Pedro Henríquez Ureña, ya es señal de alarma, pues por lo visto se premia a quien nos maltrata.

Si bien, se trata de un escritor con grandes méritos desde el punto de vista literario, pero cuando se atenta contra la soberanía de un Estado libre e independiente como el nuestro, hay que pensar dos veces antes de tomar una decisión como la que asumieron los antinacionalistas que han querido halagar a quien por las circunstancias no lo merece.

Por suerte el gobierno ha asumido una postura firme y ojalá la conserve, pues lo último que puede perder el hombre y su pueblo es la dignidad.

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