Carmen: la mujer que mueve sazones desde tempranito en Juancho de Pedernales

Juancho, Pedernales. En el Comedor Carmen, el movimiento de sazones y de calderos empieza temprano. Desde las 5:00 de la mañana se hacen los primeros sofritos y el olor de los distintos alimentos indica que “aquí la cosa está buena”.

Juancho, Pedernales. En el Comedor Carmen, el movimiento de sazones y de calderos empieza temprano. Desde las 5:00 de la mañana se hacen los primeros sofritos y el olor de los distintos alimentos indica que “aquí la cosa está buena”. Los primeros en cocerse son los guineos verdes. Y de los recipientes calientes los cocineros sacan luego algunos huevos de “gallinas gringas”, que junto a una cantidad suficiente de pescados fritos, salami y bacalao guisado se convierten en opciones para satisfacer el apetito mañanero de los comensales que llegan.

A Carmen Féliz Cuevas -propietaria del modesto establecimiento- levantarse temprano inicialmente no le resultaba fácil, pero después de 12 años en eso, hacerlo terminó gustándole. “Es un negocio que me genera ingresos, no es conflictivo y por vía de él contribuyo con la alimentación de la gente”, expone, mientras conversa con elCaribe.

Carmen es una mujer a la que trabajar no le pesa, parte de los 52 años que tiene los ha dedicado a eso. Su pequeña empresa (como le llama) no se limita a vender desayuno; sus ofertas culinarias incluyen también almuerzo al mediodía y aunque su agenda de trabajo no contempla cena, si el cliente la encarga, la tendrá lista a tiempo para consumirla.

Al pequeño local la gente no para de llegar. Una parte de ellos comienza a hacerlo “desde que Dios amanece” y la otra cuando la aguja del reloj se acerca a las 12 meridiano. Que el local esté ubicado a orillas de la carretera que conduce hasta Pedernales es un punto de ayuda. “Cuando la gente viaja, en el camino le da hambre, así que cuando usted va mirando qué encuentra, ahí estoy yo”, dice Carmen, a quien la vida le regaló cuatro hijos.

“Le he dado servicio a las escuelas, a los trabajadores que se instalan en proyectos de la zona y al Instituto Agrario Dominicano aquí. Unos servicios han sido por un tiempo fijo y otros de manera ocasional”, agrega, mirando hacia un lado y otro y haciendo alguna señal a una de las tres cocineras que tiene laborando. Engañar a Carmen Féliz no es tarea fácil y el hecho de que siempre tiene una calculadora a mano despeja toda duda.

¿A cómo me pusiste la libra de pescado Loro?, le pregunta al haitiano Raymon Setentuá, cuando éste se asoma por una de las puertas del establecimiento. El pescado al que se refiere es uno de agua salada que en la provincia Pedernales se vende bien fresco a razón de 70 pesos por libra. Una libra son más o menos dos pescados. Cuando Carmen cocina Loro, el servicio cuesta 180 pesos. Y ese servicio incluye varios productos comestibles, como guineítos con cebolla y unos pedazos de yautía. 

Hace años que aprendió el arte de tratar la gente

Para otros negocios diferentes de la zona el denominado “fiao” no existe, pero en el de Carmen hay clientes que califican para “comer ahora” y resolver lo del pago después. “Me especializo en el marisco, pero opciones hay suficientes para atender los pedidos”, indica. Y enseguida le pone nombre a cada una de sus recetas: “Mi menú incluye carnes y sancocho, cuando la gente lo pide, moro de habichuelas rojas y arroz con gandules para variar”. 

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