¡Qué historia!

Mi siempre fiel lector César de Jesús Canela me escribe por mail relatándome una de esas historias realistas y gráficas dignas de ser contadas, y que prefiero compartir con los demás. Lean ahí: “Me cuenta un amigo peledeísta de los de vieja&#8230

Mi siempre fiel lector César de Jesús Canela me escribe por mail relatándome una de esas historias realistas y gráficas dignas de ser contadas, y que prefiero compartir con los demás. Lean ahí: “Me cuenta un amigo peledeísta de los de vieja data partidaria la historia de aquel compañerito que de adolescente fue pionero entre los circulistas que se reunían para analizar los folletitos de la Colección de Estudios Sociales que escribió el presidente Juan Bosch procurando la educación política de sus seguidores, fundador del comité intermedio con jurisdicción en la barriada en que residía, que distribuía Vanguardia del Pueblo como tarea política indispensable para el ascenso interno, que hacía guardia nocturna y de madrugada tanto en la Casa Nacional como en la residencia del líder máximo, y que siempre estuvo presto a cumplir cualquier otra de las misiones delicadas que la alta dirección le encomendó. Nuestro personaje, sin embargo, conocedor de sus derechos partidarios, siempre fue contestatario y no cejaba un ápice en la defensa de las posiciones que entendía correctas, razón por la que se llegó a enemistar con más de un dinosaurio del parque jurásico morado, lo que le cerró las puertas de acceso a la nómina pública en las áreas de poder dominadas por la organización. Con el paso de los años, sin abandonar su militancia, de “joven compañerito” pasó a ser “el buen y confiable compañero” que, encorvado y encanecido, enfermó cayendo en cama hasta fallecer casi en el anonimato. Hoy, sus familiares pasan las de Caín, con precariedades hasta para satisfacer sus necesidades más elementales, aun cuando en el nido familiar ocupa un espacio destacado una foto suya con Juan Bosch y el afiche promocional de la última campaña presidencial peledeísta. Esas son las cosas de la política. Tienen razón los que afirman que los políticos ni agradecen ni guardan rencor, que actúan frente a ti por necesidad, tal como me ha confesado uno de sus familiares. Buen ejemplo a tomar en cuenta, principalmente para aquellos que se entusiasman más allá de lo prudente”. Sin comentarios…

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