Luis Pie, orgullo dominicano

Una vez más, como país, encontramos un héroe deportivo que nos eleva al máximo de los niveles, que provocó alegría en millones de dominicanos por una conquista que amerita condiciones muy especiales. Luis Pie. Así se llama. Su apodo…

Una vez más, como país, encontramos un héroe deportivo que nos eleva al máximo de los niveles, que provocó alegría en millones de dominicanos por una conquista que amerita condiciones muy especiales.

Luis Pie. Así se llama. Su apodo es “Luisito”.

Para los que llevan anotaciones, es tan dominicano como cualquiera de nosotros, que hemos aplaudido, con justa razón, a otros con apellidos muy distantes a los tradicionales y a otros con un escaso español por el simple hecho de competir por la enseña tricolor.

De eso se trata: la nacionalidad es un sentimiento. La patria se lleva en las arterias, donde corre una sangre llena de oxígeno que impide olvidarse de ella.
Dice un refrán que “el hogar es donde está tu corazón”. Luisito, con residencia en el sector Las Flores de Bayaguana, provincia Monte Plata, celebró su bronce con nuestra bandera porque, simple y llanamente, en su pecho ardía la emoción de un hijo de esta tierra que había alcanzado el momento más glorioso de una joven carrera.

Tuve el placer de conversar varias veces con Pie antes de partir hacia Río de Janeiro y la impresión fue tan gratificante como la clase de atleta que es.
Está esculpido con la sencillez de un ser humano excepcional. Las vicisitudes de un hijo de la pobreza no le hacen reflejar las ansias desmedidas del que sin tener nada de repente va sumando ciertas cosas a su vida.

Educado, respetuoso y trabajador incansable. Si esas no son cualidades para admirar en una persona, quisiera una revisión del manual para etiquetar a los seres humanos. Por supuesto, me refiero a quienes evalúan sin odio ni bajezas en sus adentros.

Las medallas olímpicas de este país se cuentan con las dos manos y sobran dedos. Una de ellas es de Luis, dueño de un gran futuro.

A quien le duela, tiene un serio problema porque debe vivir con ese sufrimiento el resto de sus días. Y como dijo José Martí, “el sol quema con la misma luz con que alumbra. El sol tiene manchas. Los agradecidos ven la luz. Los desagradecidos ven las manchas”.

Yo veo a Luis Pie, su bronce y el hecho de que es un orgullo nuestro.

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