Ciudades frágiles sísmicamente vulnerables

El pasado miércoles, en horas de la madrugada, los residentes en las comunidades italianas de Amatrice, Accumoli, Pescara del Tronto, Arquata del Tronto y Norcia, ubicadas a unos 50 kilómetros al norte de L’Aquila, despertaron con una fuerte sacudida&

El pasado miércoles, en horas de la madrugada, los residentes en las comunidades italianas de Amatrice, Accumoli, Pescara del Tronto, Arquata del Tronto y Norcia, ubicadas a unos 50 kilómetros al norte de L’Aquila, despertaron con una fuerte sacudida del suelo fruto de un temblor de tierra de magnitud 6.2 en la escala de Richter, temblor que destruyó por completo las edificaciones de la comunidad de Amatrice, y destruyó una gran parte de las edificaciones de las restantes comunidades vecinas, en un hecho similar al ocurrido en abril del año 2009 cuando un temblor de magnitud 6.3 destruyó casi por completo a la vecina comunidad de L’Aquila.

Fruto del actual temblor de tierra de magnitud 6.2 ya se han reportado unas 300 muertes y casi 400 heridos, y fruto del temblor del año 2009, de magnitud 6.3, se reportaron 308 muertes y 1,500 heridos, y la verdad es que Italia y muchas naciones del mundo están en el deber de revisar sus estructuras antiguas, su altísima vulnerabilidad sísmica, y sus experiencias en sismorresistencia, pues es inaceptable que dos temblores de magnitud cercana a 6.2 produzcan más de 600 muertes, casi 2,000 heridos, y comunidades totalmente destruidas, donde hasta el Papa Francisco dijo en la presente semana: “me han dicho que Amatrice ya no existe”, cuando en realidad un temblor de tierra de magnitud 6.2 apenas debía producir algunas grietas menores siempre que las construcciones fuesen diseñadas y construidas con verdaderos criterios de sismorresistencia.

Ha conmovido a la comunidad de Amatrice el hecho de que su escuela pública, que recientemente había sido reforzada con fondos públicos para que resistiera un fuerte terremoto, y cuyos contratistas habían dado garantías de su sismorresistencia estructural, se desplomara con un sencillo temblor de tierra de moderada magnitud, lo que ha generado todo un inmenso mar de cuestionamientos profesionales, y ha obligado a la fiscalía a tener que abrir un proceso de investigación para enjuiciar a los profesionales de la ingeniería que tuvieron a su cargo los fallidos trabajos de sismorresistencia, lo que confirma que muchas obras con certificaciones de sismorresistencia en realidad no son sismorresistentes, lo cual es muy preocupante, principalmente cuando se trata de escuelas, hospitales, iglesias, estadios y puentes.

Igual situación se presentó con los hospitales de la zona noroeste de Ecuador, los que el pasado 16 de abril de 2016 fallaron con un terremoto de magnitud 7.8, no obstante que se había dado garantías al gobierno de que esos hospitales eran sismorresistentes, inclusive uno de ellos esperaba su certificación de sismorresistencia la cual estaba pautada para ser entregada el lunes siguiente, pero el terremoto se adelantó a la certificación para evidenciar que muchas veces las certificaciones de sismorresistencia son emitidas por personas que no están muy claras respecto a las verdaderas causas de los colapsos sísmicos estructurales.

Japón, el país mejor preparado en materia de terremotos y maremotos, tampoco escapa a estas graves fallas del entendimiento de la sismicidad y sus fuerzas destructoras de estructuras construidas sobre suelos flexibles, porque el terremoto de Kobe, ocurrido en enero de 1995, volcó por completo un tramo de 635 metros del viaducto elevado de Hanshin, el cual había sido reforzado con pilares de 3.1 metros de diámetro para que resistiera un terremoto de magnitud 8.2, sin embargo, un terremoto de magnitud 7.3, el cual es 22 veces menor al terremoto de diseño, lo hizo colapsar lateralmente porque la aceleración que el sismo produjo en el suelo fue el doble de la aceleración asumida y utilizada en los cálculos para el reforzamiento estructural del viaducto.

En la República Dominicana son muchas las veces que escuchamos decir que nuestras escuelas y hospitales son sismorresistentes, cuando todo el mundo sabe bien que el temblor de Puerto Plata, de magnitud 6.5 en la escala de Richter, ocurrido el 22 de septiembre de 2003, destruyó varias escuelas, y desde ese entonces la gente sabe bien que en este país las escuelas y los hospitales no son sismorresistentes porque siguen diseños tradicionales, usan estudios de suelos tradicionales, y sus consideraciones estructurales son igualmente tradicionales, y lo que es peor, se construye con el mismo modelo de diseño indistintamente de que el emplazamiento esté sobre rocas rígidas o sobre suelos flexibles, olvidando que las ondas sísmicas de corte se amplifican en los suelos flexibles y aumentan hasta un 300% la aceleración en las estructuras construidas sobre esos suelos, en relación a la aceleración de base en el suelo, siendo esa la causa del colapso de muchas edificaciones cuyos constructores llegaron a pensar que eran sismorresistentes.

De ahí que moderados temblores de tierra, de magnitud 6.2, como los ocurridos en L’Aquila y en Amatrice, nos demuestran que muchas ciudades son más frágiles de lo que aparentan, y son sísmicamente más vulnerables de lo que aparentan, lo cual pone en peligro la vida de mucha gente que confía en la ingeniería, siendo necesario comenzar a construir (o a reconstruir) con verdadero criterio de sismorresistencia.

Posted in Sin categoría

Más de

Más leídas de

Las Más leídas