Peloteros cubanos lloran la muerte de Fernández

CHICAGO— Jorge Soler, de los Cachorros de Chicago, jugó con José Fernández cuando ambos crecían en Cuba. Los dos viajaron juntos a Venezuela para un torneo juvenil.

CHICAGO— Jorge Soler, de los Cachorros de Chicago, jugó con José Fernández cuando ambos crecían en Cuba. Los dos viajaron juntos a Venezuela para un torneo juvenil.

Soler recordó que el talento de Fernández era evidente desde el comienzo.

«Desde que él era un niño y yo también, yo sabía que él tenía algo», dijo Soler. «Tenía un talento muy impresionante».

La muerte de Fernández a los 24 años, en un accidente de lancha enlutó el domingo a las Grandes Ligas. Su equipo, los Marlins de Miami, canceló su encuentro en casa ante los Bravos de Atlanta, y en varios parques se guardó un minuto de silencio.

En el Wrigley Field, la casa de los Cachorros, la tradicional pizarra manual mostró el número 16 de Fernández en su columna de lanzadores, junto a la palabra «Miami».

Pero la pérdida del lanzador fue aún más dolorosa para la creciente comunidad cubana en el béisbol.

«Él era uno de esos chicos a quienes todos querían», dijo su compatriota Brayan Peña, de los Cardenales de San Luis. «Todos sabían lo que él significaba para nuestra comunidad. Para nosotros es una gran pérdida. Es una de esas situaciones en que evidentemente oramos por la familia, la organización de los Marlins y los fanáticos, pero nosotros sentimos esto un poco más cerca, porque él era parte de nuestra familia cubana».

Los medios estatales cubanos apenas mencionaron el deceso. El tema no figuró en los principales diarios de la isla.

El noticiario nocturno tampoco dio la noticia del accidente fatal. Un breve texto en Cubadebate, el principal sitio Web de noticias en el país, indicó «el béisbol latinoamericano de las Grandes Ligas de Estados Unidos está sin dudas de luto, y muchos de sus seguidores no pueden creer aún la noticia».

La fuga de talentos cubanos que firman jugosos contratos en Estados Unidos sigue siendo un tema delicado en la isla. El béisbol, un motivo de orgullo nacional en Cuba, ha sido afectado por la salida de jugadores a las mayores. Salvo por algunas excepciones, los medios estatales no hacen mención alguna de los peloteros cubanos que se han marchado a Estados Unidos, y los encuentros en que participan esos jugadores no se retransmiten por la TV estatal.

En el día en que se inauguró la presente temporada, había 23 cubanos en las nóminas de las mayores, un aumento respecto de los cinco registrados la campaña anterior. Se trata de la mayor cifra desde 1995, cuando la oficina del comisionado comenzó a difundir estos datos.

Muchos de los peloteros comparten historias similares, tras haber emprendido una peligrosa travesía desde el país comunista. Luego, varios han tenido dificultades para adaptarse a la vida en Estados Unidos.

Originario de Santa Clara, Fernández fracasó en sus primeros tres intentos por desertar, y pasó meses en prisión. A los 15 años, llegó finalmente a México, junto con su madre. En Florida, se reencontraron con su padre, quien había escapado de Cuba dos años antes.

Los Marlins reclutaron a Fernández en 2011. Muy pronto, se convirtió en uno de los pitchers más destacados de las Grandes Ligas.

«En el montículo, él reflejaba lo que era», opinó Yonder Alonso, primera base de Oakland. «Era un tipo que se divertía mucho, que era él mismo. Le gustaba hablar mucho. Llegaba a los vestuarios y uno sabía que estaba ahí… te hablaba de bateo, porque pensaba que era el mejor bateador, y de pitcheo, porque pensaba que era el mejor pitcher».

Alonso dijo que el deceso lo dejó «conmocionado».

Yasiel Puig utilizó fragmentos de cinta adhesiva para colocar el jersey de Fernández en un muro de la cueva del Dodger Stadium. Aledmys Díaz, novato de los Cardenales, había conocido a Fernández desde niño, pero se negó a conceder una entrevista, por medio de una vocera del club.

«Nosotros, los peloteros cubanos, nos conocemos bien y tenemos una gran relación», aseveró Peña. «Para nosotros, despertarnos con esta noticia fue devastador. Intercambiamos mensajes de texto y nos mostramos solidaridad. Desde luego, esto es algo que nadie espera».

Fernández, quien adquirió el año pasado la ciudadanía estadounidense, era adorado por la comunidad cubana de Miami.

«Hacía gran labor humanitaria», afirmó Aroldis Chapman, cerrador de los Cachorros. «Daba mucho a la comunidad, y pienso que es por eso que la comunidad lo respetaba tanto, por la gran persona que era y porque siempre daba, siempre estaba dispuesto a ayudar como pudiera para que mejorara y progresara alguien de la comunidad que tal vez no era tan afortunado como él».

Chapman, de 28 años, reside en el área de Miami cuando no hay temporada. Contó que pasaba tiempo con Fernández cuando estaba en la ciudad.

«Venía a mi casa y yo iba a la suya», dijo. «Hablábamos mucho. Pasábamos un buen tiempo juntos. Era muy especial para mí».

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