Coniaf: una sombrilla de emprendimiento en la agricultura de la RD

Los sistemas de investigación agrícola constituyen la base para el emprendurismo en los distintos ámbitos del sector agropecuario.

Los sistemas de investigación agrícola constituyen la base para el emprendurismo en los distintos ámbitos del sector agropecuario. En República Dominicana existen entre 30 y 35 productos tecnológicos que son el resultado de investigaciones aplicadas. Entre ellos pueden mencionarse el guandul, la yuca, habichuela, arroz y otros, desarrollados y en algunos casos mejorados con suficientes condiciones y estándares como para que no haya que pensar en realizar importaciones de esos rubros de otras naciones. Entre las variedades de habichuelas mejoradas pueden mencionarse, por ejemplo la chalona negra y la Anacaona.

Cuando se habla de emprendimiento en la agricultura, el Consejo Nacional de Investigaciones Agropecuarias y Forestales (Coniaf) ha sido una suerte de sombrilla, especialmente por las investigaciones aplicadas que realiza así como por el soporte ofrecido a distintos estudiantes que se preparan en el exterior en alguna rama agrícola de importancia para estos tiempos. “Así hay que verlo, necesariamente”, le dice el director de la institución, Juan Manuel Chávez, a elCaribe, cuando un equipo del diario acudió a un encuentro para conocer en detalle las labores que se realizan y el papel que desempeña el organismo en procura de que la “seguridad alimentaria” esté resguardada.

“Los productos son el resultado de investigación”, sostiene el funcionario, acompañado en el encuentro de un staff de colaboradores del Coniaf, ubicado en la calle Félix María del Monte, Gazcue, Santo Domingo. “Como institución, el Coniaf quizás hace muy poca investigación básica, pero en la parte de investigación aplicada hace grandes aportes, sostiene en una parte de la conversación el director del Departamento de Producción Animal del Coniaf, César Montero, cuando establece una diferencia entre los dos tipos de investigaciones. “El objetivo de la investigación básica es generar conocimiento para el desarrollo de la ciencia. En la mayoría de países esa investigación la realizan las universidades. Son a largo plazo y cuestan mucho dinero”, explica. “Y la investigación aplicada es la aplicación del conocimiento que se produce en la investigación básica para resolver problemas puntuales”, agrega.

Ojo puesto en el sistema

Por lo que dice Montero queda claro que en República Dominicana se realiza investigación aplicada. Si se miran los resultados del Sistema de Investigación Agropecuaria, se puede concluir con que un solo producto tecnológico de los logrados a la fecha, paga todo el sistema en términos monetarios y en términos de creación de empleos. Eso es medible primero por los recursos que manejan los cosecheros cuando un producto ha sido mejorado y puede alcanzar mayor rentabilidad. Así como por el hecho de que si hay producción, menos gente sale de las comunidades donde reside a otros puntos del país a vivir. Eso evita que se creen cordones de miseria al lado de las urbes.

El Coniaf ha sido responsable del proyecto para encerar la yuca Valencia, lo cual es un emprendimiento. “La idea era exportarla. Eso es un producto del sistema. Detrás de eso hay muchos años de investigación, muchos técnicos dedicando tiempo más la inversión realizada”, asegura Juan Manuel Chávez, observado atentamente por Henri Guerrero, del equipo técnico del Coniaf, así como Carlos Manuel Sanquintín, asesor técnico.

“Se pueden iniciar emprendimientos a partir de un rubro agrícola. Esta es una institución muy bien pensada. Yo no estaba aquí cuando esto se hizo”, dice Chávez, soltando una sonrisa. Cuando dice que “no estaba aquí cuando esto se hizo”, se refiere al momento en que se creó el Coniaf. Eso se hizo mediante el decreto 687-00, en el año 2000. Se le dio potestad para asesorar a los ministerios de Agricultura, Educación Superior, Ciencia y Tecnología, Medio Ambiente y Recursos Naturales, Economía, Planificación y Desarrollo y otras instituciones que inciden en la investigación y transferencia de tecnologías.

“Tenemos que ir cambiando los procesos y adaptándolos a las condiciones. Eso, si queremos adaptar la agricultura al eje de la exportación. Si no, no habría que hacer. Pero si miramos hacia el exterior, a los mercados internacionales, entonces debemos hacer eso”, plantea el director del Coniaf.

¿Y cómo se logra eso, Chávez?, le pregunta elCaribe. Su respuesta es esta: “Bueno, tenemos que trabajar con el sector productivo para que se dé cuenta de eso… De que la agricultura de hoy no es la de ayer. Y que los productos que aplican no sean iguales que aquellos que acababan con todo antes. Hoy día si usted va a exportar se le hace un análisis de residuos a los productos. No es la misma agricultura de antes. Esto es una actividad de cuidado, se podría decir”. Advierte que la agricultura es una actividad por vía de la cual se puede hacer mucho daño si lo que usted aplica en su parcela no reúne los estándares necesarios como para no afectar la salud humana y la biodiversidad.

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