“Pedro, no puedo vivir sin leer”

Ocurrió la tarde del 25 de noviembre de 2005 en una clínica de Santiago. Allí estaba de paciente un ser extraordinario que había marcado para bien la trayectoria de miles de niños, jóvenes y adultos: el padre Ramón Dubert. Lo vi en la camilla,&#823

Ocurrió la tarde del 25 de noviembre de 2005 en una clínica de Santiago. Allí estaba de paciente un ser extraordinario que había marcado para bien la trayectoria de miles de niños, jóvenes y adultos: el padre Ramón Dubert. Lo vi en la camilla, cuando lo trasladaban a una habitación. A su lado, entre la sábana blanca, un libro de filosofía resplandecía, con apuntes por doquier.

Me acerqué al gran sacerdote jesuita y le dije: “Dubert, descansa, que debes recuperarte, los doctores me dicen que no debes hacer esfuerzos de ningún tipo”. Entonces me miró y escuché sus últimas palabras: “Pedro, no puedo vivir sin leer”. En ese instante quedó dormido y al día siguiente nos dejó en la paz del Señor.

El padre Ramón Dubert fue un lector empedernido. Devoraba uno o dos libros por semana. Nos aconsejaba que amáramos la lectura, pues nos libera y nos capacita para tomar decisiones conscientes, sin las cadenas que nos impone la ignorancia. Recuerdo una de sus frases preferidas: “Uno es lo que lee”. La repetía sin cesar, como un terrenal mandamiento. Resalta en su lápida, en la Iglesia San Ramón Nonato de Santiago.

Hace días conversaba con unos amigos sobre el padre Dubert y su afición por la lectura. Y de inmediato propuse que cada uno hiciera una lista de los 10 o 12 libros que más nos habían impactado. La idea prosperó y pienso que es un buen ejercicio para llevarlo a nuestro entorno, pues podría motivarnos a leer más y a intercambiar impresiones sobre obras y autores para nosotros poco conocidos.

Hice la lista, a sabiendas de que este tema siempre motivará discusiones y cada cual tendrá la suya. Coloco una obra por autor, exceptuando la primera, por sus características. No abarca libros académicos. Tampoco está por orden de preferencias.

1. La Biblia; 2. El otoño del patriarca, Gabriel García Márquez; 3. Ensayo sobre la ceguera, José Saramago; 4. El oro y la paz, Juan Bosch; 5. La guerra del fin del mundo, Mario Vargas Llosa; 6. El túnel, Ernesto Sábato; 7. El nombre de la rosa, Umberto Eco; 8. El perfume, Patrick Suskind; 9. Crimen y castigo, Fedor Dostoievsky; 10. Las memorias de Adriano, Margarite Yourcenar; 11. El Quijote, Miguel de Cervantes; y 12. Gora, Tagore.

La lectura es un excelente medio para evitar las manipulaciones y la falsedad, porque el conocimiento nos hace pensar con luz propia, ver más allá de las apariencias y forjar un camino que resalte nuestra autenticidad. Ojalá llegue el día, como me expresó el padre Dubert, en que no podamos vivir sin leer. De hacerlo seríamos más libres y útiles y la patria estaría mejor.

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