¡Cómo! ¿Ustedes se están besando?

Nunca había visto a dos niños peleando, salvo cuando me he sentido obligado a tragarme esos vídeos desagradables, donde alguien filma la acción en vez de desapartar a los luchadores. Pero la semana pasada, por casualidad, vi a dos mozalbetes enfrentad

Nunca había visto a dos niños peleando, salvo cuando me he sentido obligado a tragarme esos vídeos desagradables, donde alguien filma la acción en vez de desapartar a los luchadores. Pero la semana pasada, por casualidad, vi a dos mozalbetes enfrentados a los puños.

Mientras me acercaba para imponer la paz, cayeron al suelo, uno encima del otro y se me ocurrió preguntarles: “¡Cómo! ¿Ustedes se están besando?”. Ahí mismo terminó la contienda. Luego alguien se aproximó y dijo: “Caramba, qué pena que no tuve tiempo de grabarlo, hubiera sido viral”.

Hace años, en un restaurante, observé a un “viejevo” llamar a sus amigotes para presentarles en la pantalla de su iPad su más reciente trofeo: imágenes de dos jovencitas “jalándose los moños”. Estaban eufóricos, como si estuvieran en el famoso circo romano. Sus rostros reflejaban locura y sus gritos ausencia de educación y de amor.
Triste espectáculo.

Requiere tratamiento de un profesional de la conducta todo aquel que graba ese tipo de lucha, pudiendo evitarla o concluirla. Y agregamos que su promotor, es decir, quien envía o reenvía el hecho, también necesita orientación, pues algo anormal ocurre en su cerebro.

Eso sí, el primer lugar de la debilidad mental lo conquistan las personas que combaten entre sí; no se percatan de que cuando las graban es para burlarse de ellas, sirviendo de entretenimiento para los ociosos, vulgares, y carentes de sentido común. Y lo acontecido, ya hecho público, quizás afecte para siempre a los que se enfrentaron y hasta evite que puedan triunfar en la vida.

Las redes sociales tienen su lado oscuro. Debemos ser muy cuidadosos al acceder y promover mensajes por ese medio; tengamos cuidado con lo que allí aparece, por nosotros, por nuestro entorno, por la sociedad.

De igual manera, hay que estar atentos al uso que le dan nuestros hijos y relacionados a sus aplicaciones, como el Facebook, donde existen manipulaciones, mensajes dañinos y absurdos consejos.

Sé de muchos que han recibido textos o imágenes inadecuados e indecentes y luego han marcado, hasta de manera inocente, la opción ”compartir”, llegando toda aquella basura a sus contactos, donde están sus familiares, amigos y compañeros de trabajo. La vergüenza que sufren es enorme y no les queda de otra que excusarse, porque es natural que la gente asuma que lo que usted remite desde su computadora define su personalidad.

Y en el caso de la pelea, si nos encontramos con una por ahí, sea entre niños, jóvenes o adultos, varones o hembras, en vez de tomar nuestro celular para grabarla, hagamos lo que esté a nuestro alcance para que finalice, incluso expresando: “¡Cómo! ¿Ustedes se están besando?”.

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