La mediocridad

Debió de ser una experiencia extraordinaria para los periodistas españoles de los años 30 en adelante del pasado siglo XX, haber tenido la ocasión de interactuar con las más grandes figuras de esa nación en todas las facetas, como la filosofía,&#82

Mediocridad

En más de una oportunidad he comentado que hay toda una camada de resentidos y envidiosos que no le perdona a Leonel Fernández que se…

Debió de ser una experiencia extraordinaria para los periodistas españoles de los años 30 en adelante del pasado siglo XX, haber tenido la ocasión de interactuar con las más grandes figuras de esa nación en todas las facetas, como la filosofía, la medicina, las artes, la educación, etc. Me imagino el estremecimiento emocional que recibían al entrevistar a Ortega y Gasset, Unamuno, el doctor Gregorio Marañón, Menéndez Pidal, Dámaso Alonso, Camilo José Cela (simplemente don Camilo), etc. Sería una enseñanza importantísima tener de frente a esas luminarias del pensamiento español y universal. O con Picasso, Casal y Dalí.

En el ámbito de la política, los periodistas de esa época no podían recibir más satisfacción que tener una interacción con las figuras mundiales más trascendentes de los últimos 100 años, es decir, Franklin Delano Roosevelt, Winston Churchill, Charles De Gaulle, Stalin, Mao Tse Tung, entre otros, sin obviar incluso a elementos negativos (dependiendo del lado de la historia en que se esté) como Hitler, Mussolini, Franco, etc.

Los periodistas de mi generación y de la anterior a la nuestra -ya en el plano estrictamente dominicano- tuvimos la fortuna de intercambiar con las principales personalidades de la política en la historia moderna, quienes, cohabitando en el mismo espacio y tiempo ese quehacer humano, nos dieron una singularidad frente a los demás de América Latina. Me refiero al doctor Joaquín Balaguer, al profesor Juan Bosch y al doctor José Francisco Peña Gómez, citados por edad, cuya influencia en el pensamiento y la acción políticas de la República Dominicana se proyectará por muchas décadas.

Sin embargo, no creo que en ningún otro lugar en nuestra región se ha asistido al otro extremo de verse uno precisado a compartir con la mediocridad en todos los órdenes, a partir de que, muy a nuestro pesar y muy lamentablemente, el relevo–en sentido general y con las excepciones que manda la regla–ha sido la mediocratización.

Este ha sido mediocre en los deportes, la música, en el empresariado, en el sindicalismo, en fin, en todo. ¿Y en el periodismo? En nuestro sector el fenómeno ha sido sencillamente devastador. Pero razones elementales me obligan a reservarme un diagnóstico, más atendiendo al dicho muy dominicano de que “entre bomberos no se pisan mangueras” que a otro aspecto.

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En más de una oportunidad he comentado que hay toda una camada de resentidos y envidiosos que no le perdona a Leonel Fernández que se haya destacado por méritos propios, escalando desde la populosa barriada de Villa Juana a los más elevados escenarios del planeta. Hay en esa camada, una buena parte de periodistas y/o intelectuales (“) que pertenecen a un parque jurásico cuyo tiempo  ya pasó, pero que siguen creyéndose oráculos donde todos deberían ir a consultar y fuente donde la sociedad tendría que abrevar para hacer lo que ellos entienden correcto. No siendo de esa forma, todo es incorrecto, nada tiene validez. Pero resulta que aquel flacucho de antaño, jugador de baloncesto en las calles de Villa Juana, al que en sus gobiernos ha valorizado, no solamente se dedicó a tirar bolas en esos canastos casi artesanales que fabricaban los vecinos del barrio, sino que ha tirado páginas para la izquierda y ha consolidado un liderazgo político y personal al que su pueblo le ha correspondido dándole, ¡hasta ahora!, tres oportunidades de presidir la nación, mientras los de la camada de envidiosos y resentidos no pasan de exhibirse en forma fanfarrona como teóricos, abrazados a ideas desfasadas, apostando a causas perdidas y criticando y criticando, algunos hasta ahogados en el amargue, la frustración personal y el alcoholismo. Ahora, parece que interpretan que el ejercicio gubernamental de Leonel Fernández terminaba en junio y cuestionan que ejerza las prerrogativas que le reserva la Constitución de la República hasta el 16 de agosto venidero. ¡Cuánta mediocridad…!

¡¿?!

¿ Por qué será que al finalizar una administración, aún vaya a ser relevada por gente del mismo partido, en ciertas áreas del servicio público se abre un inusual apetito por pensiones y jubilaciones para funcionarios y empleados, tal como me dicen estaría ocurriendo en cierta(s) institución (es) importante(s) del Estado? ¡Aaayyy…!

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