“Conocer a Hilda Contreras ha sido un gran privilegio”

El haberse dedicado al mundo de la literatura ha causado en Ylonka una gran satisfacción espiritual.

El haberse dedicado al mundo de la literatura ha causado en Ylonka una gran satisfacción espiritual. Para ella esta es una forma de encontrarse a sí misma, y sobre todo de expresarse, porque, contrario a muchos autores que buscan notoriedad, fama, reconocimientos  y vender muchos libros, prefiere estar en el corazón de los demás, de lo que no tienen voz y no tratar de exponer su propio punto de vista y opinión, sino saber escuchar, ya que “muchas veces uno no aprende a escuchar desde la multitud, sino que aprende a escuchar desde el silencio”. Afirmó que cuando uno se enamora de lo que hace sin importar lo que sea, tiene que hacerlo con amor, arte y emoción; no por la fama, que es esporádica. Nacidit Perdomo confiesa ser amante, también, del arte escénico y la fotografía.

¿Heredó usted su pasión por la poesía de algún familiar ?
En la historia de mi familia está consignado que Federico, el padre del bardo del siglo XIX Apolinar Perdomo, era primo-hermano de mi bisabuelo Ostermán Perdomo, descendiente de emigrantes de Tenerife (Canarias), que se establecieron en Azua. No sé si por los azahares del parentesco,  salvando la distancia, me he abandonado a recorrer en toda mi obra lírica una temática amorosa, como señal de que el romanticismo de Apolinar, de manera traspersonal y prenominal es el ánima/animus de mi poética. Coincidencia posible o no, todos somos parte de un árbol cósmico. Una de mis  abuelas,  Octavia (Lolí) Moreta (1906-1999), publicó tardíamente en Puerto Rico su poemario Intimidades (1980) con un prólogo de Julio D. Postigo.

¿ Háblenos de su labor de rescate y difusión de la escritura dominicana del siglo XIX  y la primera mitad del siglo XX?
No he podido evadir mi encuentro  con la escritura de mujer, con autoras decimonónicas cuya voz no pertenece a la tradición del  canon  y quedaron ancladas en la desligitimización tanto de la crítica como de los grupos  literarios que asumen  la ideología patriarcal ligada a la ecuación identidad/sexualidad.
Olvidadas, fragmentadas, aniquiladas como autoras de manera mordaz por la inequidad genérica, además de ser transculturadas, no obstante, algunas autoras buscaron subvertir el orden, ser un signo, aún en contrapunto y en conflicto con el imaginario masculino.

Es así, como lectora-investigadora, en la búsqueda por satisfacer preguntas a la construcción de mi identidad y emancipación, que empiezo a conocer los lazos  que me unen a otras, y a descorrer el decorado de invisibilidad impuesta  como si fuera una infancia inmóvil.

Reconstruir sus experiencias  vividas  es algo que no planifiqué; sólo obedecí  al destino. Mi labor era como colocarle las zapatillas de ballet a una muñeca rota para que su fugacidad  existencial, de súbito, cobrara vida  y su espíritu creativo se hiciera sentir sin ataduras.

Testimonio que la obra de Virginia Elena Ortea, Altagracia Saviñón y Abigaíl Mejía me robaron el amor, me hicieron padecer un sufrimiento profundo, me sofocaron el alma y me llenaron de nostalgia.

¿En qué se inspira para realizar sus ensayos, poemas y escritos?
Creo no ser más que una oyente de un espasmo. Escribo cuando no puedo separar al instante de esa necesidad de decirme cosas, porque vivo en mi claustro, que es  el destinatario de lo que relato con extrañeza, con sensaciones que me visitan, que se explican ellas solas, que se representan y acreditan a través de la escritura. Por eso, todo (o bien, lo que llamas inspiración) es un deseo que se cumple, un deseo realizable, palabra tras palabra.

¿Qué ha significado para usted haber trabajado tan de cerca con Hilma Contreras?
Hilma Contreras es lo puro, la mirada en contemplación,  mi yo-soy. Sé lo difícil que es el equilibrio entre la razón y el amor cuando coincides en la vida con un ser excepcional, que no es igual a los demás, que tiene innegables diferencias con la multitud. Aún cuando era una personalidad difícil de comprender, y que podías pensar que no tenía actitudes para las emociones, sino sólo para la soledad, su universo interior lo colocó siempre al lado de las causas nobles. Sé que su vida continúa siendo un enigma, aún para los más cercanos; fue  una narradora que no se dio “permiso” para la notoriedad, que se autobiografió en su Diario, en monólogos  con su amante.

Hilma me colocó de frente a lo inesperado, hizo que confrontara  en mí la rebeldía. Me llenó de vivencias a través de sus silencios y soliloquios. Nada en absoluto puede compararse –como experiencia-  a ese encuentro entre nosotras, aún cuando tuve que vencer obstáculos para alcanzarla, para abrazarla, para vencer la barrera de la edad en una amistad como la nuestra. Fue un privilegio conocerla, un privilegio que la vida me dio invaluable, imperecedero, único y eterno.

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