Cinco años después del devastador terremoto de Haití

Hoy, 12 de enero de 2015, se cumplen cinco años de aquella terrible sacudida sísmica que al final de la tarde del 12 de enero de 2010 estremeció a toda la ciudad de Puerto Príncipe, matando 316,000 personas que no estaban advertidas de que allí&#8230

Hoy, 12 de enero de 2015, se cumplen cinco años de aquella terrible sacudida sísmica que al final de la tarde del 12 de enero de 2010 estremeció a toda la ciudad de Puerto Príncipe, matando 316,000 personas que no estaban advertidas de que allí podía ocurrir un gran terremoto, hiriendo 350,000 ciudadanos, muchos de los cuales quedaron mutilados, destruyendo casi 400,000 edificaciones levantadas sobre suelos flexibles, de las cuales 5,000 eran escuelas, y dejando un millón y medio de personas sin hogar, convirtiéndose en el peor desastre sísmico mundial de los últimos 50 años, que además de destruir la Capital, destruyó la precaria economía del país más pobre de América.

Horas después del devastador sismo de magnitud 7.0, fuimos de los primeros en sobrevolar en helicóptero, junto a Willy Rodríguez y Sergia Elena Mejía, toda la ciudad de Puerto Príncipe, aunque a cuenta y riesgo nuestro porque la torre de control había quedado inhabilitada por el sismo, vuelo cuyos objetivos eran captar imágenes de las áreas de mayores daños, la magnitud de los daños, y las zonas prioritarias para los operativos de rescate y ayuda, todo lo cual fue compartido en vivo y directo con el pueblo dominicano a través de la emisora Zeta 101, y con la prensa nacional e internacional, siendo notable la destrucción de las zonas oeste y suroeste de Puerto Príncipe y toda Léogâne.

Muy rara vez un sismo de magnitud 7.0 produce tanta devastación y tantos muertos y heridos como lo hizo el terremoto del 12 de enero de 2010 en Haití, y siempre quiso decirse que los efectos mortales del terremoto se multiplicaron por la mala calidad de las construcciones de Haití, lo cual en realidad no fue así, pues durante toda una semana estuvimos haciendo un inventario de los principales daños en estructuras grandes, medianas y pequeñas, así como en los sectores ricos y en los sectores muy pobres, y fue evidente que importantes obras de ingeniería, aparentemente muy fuertes, como el Palacio Nacional, la Catedral y el hotel Montana, colapsaron porque estaban construidas sobre suelos arcillosos y arenosos flexibles que amplificaron localmente las fuerzas sísmicas cortantes debido a que las ondas sísmicas de corte (Vs) viajaron a velocidades inferiores a 100 metros por segundo, tal y como lo evidenciaron nuestras mediciones in situ (con sismógrafo); y fue evidente que edificaciones paupérrimas, de pésima calidad, construidas manualmente por la propia gente, con piedras, bloques, cemento de mala calidad, sin varillas de acero, y sin ningún criterio ingenieril, se mantuvieron de pie, y sin ninguna grieta, gracias a que estaban levantadas sobre las rocas calizas rígidas de las colinas y montañas del lado sur de la ciudad Capital haitiana, donde las ondas sísmicas de corte viajaron a velocidades superiores a los 1,500 metros por segundo, y por tal razón estuvieron impedidas de amplificarse, y al no amplificarse no hicieron ningún daño sobre esas frágiles viviendas. En conclusión, todo lo que estaba sobre roca rígida se quedó de pie, y todo lo que se cayó estaba sobre suelos flexibles.

El devastador terremoto de Haití demostró a los incrédulos que la tierra se estremece mortalmente para liberar la energía elástica acumulada a lo largo de las fallas geológicas sísmicamente activas por empujes de la dinámica convectiva magmática, y que cuando la tierra se estremece no distingue entre ricos y pobres, pero sí distingue entre rocas rígidas y suelos flexibles, y que es totalmente válido el concepto ingenieril excelentemente planteado por San Mateo en los versículos 24, 25, 26 y 27 del capítulo 7 de su conocido Evangelio, donde dice que “El hombre prudente construye su casa sobre la roca y el hombre insensato construye su casa sobre la arena”, y aunque esa cátedra de ingeniería fue escrita hace 2,000 años, todavía hay ingenieros y ciudadanos que no la creen, y todavía en la República Dominicana seguimos de espaldas a la realidad sísmica que en un momento cercano nos golpeará al igual que a Haití.
Haití fue sísmicamente destruida, y aunque la comunidad internacional se comprometió a buscar 10 mil millones de dólares para su reconstrucción, la realidad es que esa nación sigue esperando la ayuda prometida, porque el olvido ha sido parte de la solución, y quizás por ello el Vaticano celebró el pasado sábado 10 de enero “La comunión de la Iglesia: memoria y esperanza para Haití cinco años después del terremoto”, una jornada convocada por el Papa Francisco para ayudar a esa vecina nación que aún sufre las consecuencias del terremoto del 12 de enero de 2010. l

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