La falta de drenaje y descuido colectivo en Jarabacoa atentan contra el Yaque del Norte

Cientos de vehículos se dirigen los llamados “fines de semana largos’’ hacia la ciudad de la “Eterna Primavera”, Jarabacoa, provincia de La Vega. Sin lugar a dudas, la región más bella que tiene la República Dominicana, sobre todo en…

Cientos de vehículos se dirigen los llamados “fines de semana largos’’ hacia la ciudad de la “Eterna Primavera”, Jarabacoa, provincia de La Vega. Sin lugar a dudas, la región más bella que tiene la República Dominicana, sobre todo en lo que a turismo de montaña se refiere.

Se ha hecho más atractiva ahora con los 10 o 12 proyectos habitacionales que tiene; así como con la oferta de deportes extremos que antes no se ofrecían, como son el rafting, canyoning, trekking, caballos y excursiones al pico Duarte, entre otros. Rancho Baiguate y Rancho Jarabacoa fueron los pioneros en el país con estos temas.

Y todo lo que Jarabacoa tiene y hace se lo debe a su exótico bosque compuesto básicamente de pinos y a sus aguas; en especial las del río más largo e importante que tiene la República Dominicana, el río Yaque del Norte, que nace en la loma La Rucilla, próximo al pico Duarte, con el río Bao como su principal afluente. Se nutre de otros al bajar como son el río Grande en Manabao y el Jimenoa en Jarabacoa, que viene desde Constanza.

Tiene un caudal medio que oscila en los 80 metros cúbicos por segundo, haciendo un recorrido de 296 kilómetros. El Yaque del Norte recorre un porcentaje importante de casi todo el territorio del Cibao Occidental y Cibao Central, entre ellos Jarabacoa, Santiago de los Caballeros y Mao.

Igual a como sucedía en Egipto con el río Nilo, la vida, el modus vivendi de Jarabacoa gira en torno a sus aguas. Por eso se opusieron en el gobierno de Hipólito Mejía a la construcción de la prensa Manabao-Bejucal-Tavera, porque eso desviaría el cauce del río. El entonces Presidente de la República reaccionó molesto por lo que le pareció una ingratitud ante sus buenas intenciones: “Pues que sigan tirando la mierda al río”, dijo, a mediados del año 2003. Después de eso, el único proyecto que se ha hecho en Jarabacoa con miras a sanear las aguas del río Yaque del Norte fue un canal que construyeron unos japoneses para desviar el arroyo Yerba Buena con todos los desechos que se vierten en él, pero por razones desconocidas faltó una conexión para concluir la obra y nadie intervino.

Pero supongamos que las próximas generaciones que se trasladen de la capital hasta Jarabacoa no pudieran disfrutar de su buen clima y tuvieran que hacerlo sin bosque, sin ríos, bajo el candente sol y con las costosas cabañas abandonadas por sus dueños como único paisaje, para conseguir agua potable a 3,098 metros sobre el nivel del mar, en el pico Duarte.

Sería tal vez el único lugar de donde se podría obtener agua potable del Yaque, pues en la loma La Rucilla no viven personas lavando, cocinando, con sus cañerías conectadas al río, ni utilizándolo como vertedero de basura. Tampoco agricultores utilizando químicos para sus siembras o desviando los cauces de los arroyos, talando madera para sembrar tayota, ni mucho menos gente pudiente construyendo cabañas a diestra y siniestra.

A este futuro sombrío es donde nos lleva la imaginación, cuando se visita Jarabacoa y se habla con la gente que hace turismo ecológico, sobre el tratamiento que se le está dando a las aguas; a pesar de que este preciado líquido es vital, no solo para la vida, sino también para crear puestos de trabajo e impulsar el desarrollo económico, social y humano.

Según datos suministrados por la Organización de las Naciones Unidas (ONU), la mitad de los trabajadores del mundo, unos 1,500 millones de personas, laboran en sectores relacionados con el agua. Más aún en puestos de trabajo independientes, pertenecientes a la economía informal.

Pero a pesar de eso, en Jarabacoa y comunidades aledañas todo el mundo parece estar enojado con el agua, con tanto río y belleza. Como si les doliera tanta abundancia gratuita. Toman el vital líquido y lo usan en grandes cantidades todas las veces que sea y no sea necesario. Le echan detergentes, la dejan correr, requete mojan los reguíos, la ensucian, la mezclan, la desechan, la devuelven turbia; y para colmo, hasta basura le echan.

La usan como expreso para que las cosas sucias se vayan rápido, incluyendo sus aguas negras y heces fecales. La cambian de sitio, la almacenan o represan cercana a su río de origen o arroyo. Pelan pollos a sus orillas, amarran sus cerdos, vacas y caballos, confundiendo en un solo charco, excremento y pasto.

Todo ha sido visto con dolor o indiferencia por mansos y cimarrones, por los que viven allá y los que no. Por los que pasan montados en sus vehículos, a pie o a caballo. Ninguno de los sentimientos han servido para poner fin a la cruel y desgarradora escena, en esa actitud típica dominicana de pasar por alto lo que con paciencia se logra.

Y el caso es más grave porque “nadie regula si las casas están tirando la tubería de aguas negras en el río. La mayoría lo hace por irresponsabilidad y por comodidad, sin medir las consecuencias graves y funestas que eso nos trae”. Fue lo que nos expresó el vicepresidente del Clúster Eco turístico de Jarabacoa, Luis Garrido.

“Aquí tenemos dos cañadas peligrosísimas y contaminantes, a un punto de caerse para atrás cuando usted las ve o le da el olor, que son el arroyo Yerba Buena y la Cañada de los Gatos. Eso está acabando con el río Yaque del Norte”, explicó.

Originalmente se construyó la ciudad para que las aguas pluviales desembocaran en el arroyo Yerba Buena. Mas con el tiempo, la gente fue conectando sus tuberías a ese mismo desagüe y, en el peor de los casos, para no tener que construir pozos sépticos, muchos otros decidieron conectar también al arroyo sus desechos sanitarios. Por lo que todos, tanto mansos como cimarrones, ciudadanos comunes y autoridades del cabildo; casas humildes y suntuosas, son cómplices en esta maraña de tuberías que salen de sus casas hacia al Arroyo Yerba Buena o a la Cañada de los Gatos. Esta última recibe desechos de la un tanto exclusiva zona residencial “Los Pomos”, bordea el Hotel Pinar Dorado y la llamada Colonia Agrícola, desembocando al igual que el arroyo Yerba Buena en el río Yaque del Norte.

Hasta una granja reconocida tiene un local de distribución en Yerba Buena, que descarga parte de sus desechos en ese afluente bajo el puente a la vista de todos, lo que va a parar también al río Yaque del Norte. Solo los dueños de cabañas costosas y una que otra excepción en el pueblo, han construido sus propios pozos tubulares para contener sus desechos.

El empresario y ecologista Luis Garrido se quejó de que “lo más preocupante es que tú no ves ninguna iniciativa para que eso se suspenda o corrija. Al contrario, permiten más construcciones a orillas de esos afluentes y en el mismo río Yaque, sin que nadie los vigile”.

Cuando se recorre el Yaque en rafting, el escenario pasa de grandioso, sublime y natural, a barrial. Así como son los paisajes en nuestras ciudades, donde dos estructuras no se parecen ni que estén juntas, del mismo modo cambia el hermoso entorno del río, cuando llegas a la parte baja y te vas acercando al pueblo.

Supuestas “cabañas” en construcción (porque ahora a todo se le llama cabaña si está en el campo), te sorprenden insolentes en el paisaje, con diseños que te hablan del mal gusto de sus dueños o de su capacidad mental y cultural.

Las hay de concreto con pilotes como puentes, encima del río. De puro block con gazebos en madera. Las hay sencillas, pobres, típicas y hermosas. De familias que parecen llevar más de una generación allí y otras de recién llegados.
También hay iguales en madera para proyectos vacacionales, más armoniosos con el entorno. Te encuentras con campesinos, gente lavando, niños bañándose, gente cocinando y algunos desperdicios caseros.

Luis Garrido, quien además es presidente del Rancho Jarabacoa, se quejó de la falta de conciencia con el medio ambiente que exhiben los lugareños, a quienes en operativos de limpieza les regala sacos para que no tiren basura a la cañada ni al río, y cuando pasa el camión están vacíos.

“Porque por más que recojan las autoridades, si la ciudadanía no toma conciencia, es muy difícil ponerle fin a este tipo de cosas”, concluyó diciendo con pesar.

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