El término preferido en las redes por quienes son incapaces de aceptar las ideas ajenas es el de “bocina”, para referirse a las personas supuestamente pagadas por el gobierno que hacen vida en los medios. Y con esa palabra cierran toda posibilidad de discusión. Se pretende así que la prensa está bajo el absoluto control del aparato propagandístico del gobierno, lo que equivaldría a un virtual secuestro de la opinión pública. El vocablo parece tener un gran poder de intimidación en gente que siente ya miedo de ser cuestionada por quienes solo aportan mediocridad a las redes.

Pero al generalizar el uso del vocablo podría estarse cometiendo una imperdonable injusticia contra periodistas que hacen su trabajo honradamente. Veamos algunos ejemplos entre los más importantes de la televisión matutina. ¿Son bocinas los conductores del canal 2 y los de CDN? ¿Los son Persio Maldonado y su equipo? ¿Y qué decir sobre la línea crítica de AN7? ¿Los son Alicia Ortega y los de El Despertador en el canal nueve; Huchi Lora, Javier Cabreja y Amelia Deschamps en el once? Por supuesto que no. Con algunas excepciones, la radio está repleta también de voces críticas que llenan el dial prácticamente todo el día. Y lo mismo puede decirse de los principales periódicos, los físicos como los digitales, cuyas ediciones diarias arrojan un balance informativo y editorial sumamente crítico de las actuaciones del gobierno.

¿Fueron y son también bocinas aquellos que hasta hace poco dominaron otros importantes espacios mediáticos con libertades verbales sin límite alguno? Todos sabemos que no lo son. La acusación, en muchos casos fruto de los prejuicios que caracterizan el fanatismo político partidario que predomina en las redes, busca inútilmente satanizar al gobierno y de paso a una libre práctica cotidiana que honra el periodismo independiente dominicano.

Posted in La columna de Miguel Guerrero

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