Izquierdo comenta que la formación de sus padres estaba apegada a la ética y la moral, valores inculcaron a sus hijos

El empresario Ernesto Izquierdo nunca se imaginó que, siendo un ingeniero mecánico, la vida le tenía destinada una importante trayectoria profesional, dentro del sector seguro de la República Dominicana.

“La vida le tiene a uno reservada muchas sorpresas”, comenta el empresario, cuya incursión en el sector asegurador fue inducida, de forma “astuta” por su suegro, quien comenzó a involucrarlo en la Universal de Seguros, convenciéndolo de que, como era ingeniero mecánico, podía ser parte de las inspecciones a las instalaciones eléctricas y las calderas de la compañía.

Pero es a raíz del paso del huracán David, en 1979 que Izquierdo se integra a la empresa como Ajustador de Pérdidas, haciendo trabajos a medio tiempo para Universal y Seguros América”, ya que también tenía que dedicarse a la compañía de ingeniería que había creado junto a un grupo de empresarios amigos.

1. Nacimiento

Nací en Santiago de los Caballeros, a los nueve años mi familia vino a vivir a Santo Domingo. Cuando uno se traslada tan joven no logra cultivar muchas amistades, pero recuerdo haber compartido con compañeritos hasta el tercer curso en la Escuela de la Luz, que se encontraba en la Benito Mención. Cuando vinimos a la capital, mis padres me inscribieron en el Colegio La Salle en cuarto de primaria, ahí sí creé todas mis amistades. La Salle era el principal colegio de varones, con una educación católica, con mucha formación ética y moral. Los hermanos de la Salle nos imprimieron muy buen concepto de lo que son los valores, hermandad, una relación que va más allá de una simple amistad, de tal forma que todavía, muchos de esos compañeros llevamos más de 50 años reuniéndonos, donde recordamos los momentos de infancia, donde fuimos tan felices compartiendo cosas sanas y de mucho valor ético y moral”.

2. Sus padres

Mi mamá se llamaba Balvina Méndez de Izquierdo y mi papá Francisco Izquierdo López. Mi padre vino de Cuba en 1933, con 22 años, a promocionar un analgésico en Haití, que era más conocido que en República Dominicana. Entonces cruzó a esta parte de la isla. En La Vega conoció a mi madre y se enamoró rápidamente, como tenía que regresar a Cuba, se casaron por lo civil, entonces cuando regresó de nuevo al país se casaron por la iglesia. Aquí vivió hasta que falleció a los 85 años. Mi mamá era una ama de casa dedicada a sus hijos, trabajadora, le gustaba mucho la cocina, era famosa haciendo bufet, eso le generaba un buen ingreso. Mi papá trabajó por más de 30 años en la Antillana Comercial, una empresa que vendía tractores, que todavía existe. Ambos con firme formación apegados a la ética y la moral, nos inculcaron esos valores. La mayor herencia que tengo de mis padres es el trabajo, constancia y ética. Soy de los que dice que el éxito lo da el trabajo. Somos cuatro hijos, Isabel, Francisco, soy el tercero y la más pequeña Alexandra Izquierdo, que se inclinó por la política. Cosa rarísima, mi mamá odiaba la política, siempre que nos reuníamos repetía que no le hablaran de eso, sin embargo, lo que es la vida, Dios le dio una política”.

3. Profesores

De mis profesores recuerdo que eran personas muy respetadas, uno les tenía cariño, había mucha disciplina, que era fundamental. La a educación era en los colegios, el profesor tenía que fajarse con los muchachos, habíamos unos que eran mejores y otros peores, pero el profesor se dedicaba a todos por igual, muchas veces hacían un mayor esfuerzo en los que tenían algunas debilidades académicas.

Recuerdo que eran cursos grandes, con más de 30 estudiantes, sin embargo, el profesor se dedicaba a la educación de todos. En el curso era uno de los más tranquilos y estudiosos, me identificaba más con las Matemáticas, antes se hacía el cuarto año de bachillerato en Matemáticas y Ciencias, separado de lo que era Medicina y Literatura. Definidamente mi pasión es, ha sido y serán las Matemáticas”.

4. Estudios universitarios

En 1963 me fui a estudiar a la universidad de Mayagüez, Puerto Rico, la situación de las universidades se había tornado muy inestable, luego de la caída de Trujillo. Allí coincidí con un número bastante grande de dominicanos. Tuve la fortuna de graduarme de ingeniero mecánico, Cum Laude. En la universidad me ofrecieron una beca para estudiar Ingeniería Nuclear en Massachusetts, pero me puse a evaluar que si lo aceptaba, probablemente más nunca volvería al país, entonces decidí regresar. A mi llegada, en 1968, entré a trabajar al Ingenio Río Haina como asistente del ingeniero en jefe Sebastián Socías. Lo recuerdo mucho, con él aprendí los principios fundamentales, una cosa es la teoría y otra la práctica, pero creo que la mayor enseñanza fue la masa de trabajadores alrededor, con ellos aprendí muchísimo. En aquel entonces no existían ingenieros mecánicos graduados, entonces llegamos nosotros a sustituir a los que se habían hecho prácticos, fue una transición muy interesante. Esos ingenieros prácticos nos veían como muchachitos que no sabían lo que tenían que hacer. Cuando ocurría un problema, aunque ellos sabían lo que había que hacer, nos preguntaban a nosotros, entonces lo que hacíamos era preguntarles a ellos que qué harían, entonces cuando contestaban, le decíamos pues vamos hacerlo, era una forma de darle vuelta a la situación. En el ingenio aprendí a tratar diferentes tipos de personas, aprender que hay que escuchar a la gente, muchas veces solo con eso se sienten complacidos y conformes”.

5. Ingenio Catarey
Luego de un año en el Río Haina, fui a trabajar al Ingenio Catarey en Villa Altagracia, era una época difícil, desde el punto de vista político, pues ese era un pueblo muy político, aunque no hubo ningún inconveniente, fue recién comenzando el gobierno de Balaguer, una época bastante difícil, pero nosotros nos manteníamos en un nivel técnico, y no había interferencia de la parte política con la técnica. El Consejo Estatal del Azúcar era una institución muy respetada, de que se mantuviera la efectividad de las moliendas era fundamental. Se hacía política, pero hacia afuera, no hacia el lugar de trabajo. Un año después, regresé de nuevo a Río Haina, pero como ingeniero jefe de la factoría. Ahí estuve hasta 1973”.

6. Matrimonio

En 1971 tuve la fortuna de casarme con Evelyn Dinorah de León, tenemos 48 años de casados, dos hijos Rafael Ernesto y Anabel, a los cuales educamos basados en los principios en que nos educaron a mi esposa y a mí. También tenemos seis nietos. Conocí a Evelyn en casa de una mutua amiga, Selsia Álvarez, desde que la vi me sentí atraído. Recuerdo que era muy delgada, entonces le comenté a la mamá de mi amiga que esos huesos me los iba a comer yo. La verdad es que hemos tenido un matrimonio muy feliz. A los dos años de casados, decidí independizarme y junto a mis amigos Germán Gómez Pla, Pedro Andújar, David Mejía y Alexis Espinal formamos en 1973 la compañía de ingenieros electromecánicos Gamey C. por A., un proyecto que teníamos cuando estudiábamos en la universidad de Puerto Rico. Lamentablemente, de los cinco amigos quedamos dos vivos, los demás hace un tiempo que pasaron a feliz vida”.

7. Cambio drástico

Cuando me casé con Evelyn no imaginaba que el rumbo de mi vida iba a cambiar drásticamente. Como ella era hija del entonces presidente y dueño de la Universal de Seguros, Rafael de León Grullón, nunca pensé que podía moverme al sector seguro, por eso es que digo que la vida le tiene a uno reservada muchas sorpresas. Paralelamente a mi actividad en Gamey, mi suegro astutamente me involucró en el seguro, me convenció de que como era ingeniero mecánico podía encargarme de las inspecciones eléctricas de la compañía. Después, en 1979 cuando el huracán David, participé como Ajustador de Pérdidas, le hacía trabajos a Universal y a Seguros América, pero el destino me tenía reservado algo más. En 1981 mi suegro, como solo tenía dos hijas, me pidió que comenzara a interesarme en el negocio, decía que si faltaba, iba a querer aprender de un negocio que no conocía, me convenció de que participara por lo menos medio tiempo, y el resto en mi compañía de ingeniería. Así comencé de lleno como director general de Universal de Seguros”.

8. Integración

La integración en Universal fue gradual, lo primero fue que tenía que adaptarme al saco y corbata, era un cambio bastante fuerte, creía que me iba ahogar, estaba acostumbrado a mis botas y a mi camisa de caqui, pero me adapté. Como era el esposo de la hija del dueño, tuve el privilegio de comenzar por arriba, sin tener los conocimientos de un sector tan complicado como es el seguro. Eso me llevó a estudiar mucho, a oír mucho, sobre todo a conocer de las experiencias de otros. Tuve la suerte de contar con equipo humano muy bueno, había una señora llamada doña Luisa de Ascárate, que era la directora técnica y Franklin Mieses, vicepresidente de Marítimo; Guillermo Caro, que era el vicepresidente de Vida, y de todos los demás que me ayudaron bastante. Me pasé más de dos años tomando cursos y capacitándome en el negocio del seguro”.

9. Sorpresa

En 1983 mi suegro me comunicó que el Banco Popular Dominicano le había hecho una oferta de compra muy buena, quería saber mi opinión, le dije que a su edad, esa oferta era excelente, ya que no tendría que trabajar más, también le dije que eso era lo más que podía decirle, entonces salí de Universal y volví a mi compañía, tenía que darle oportunidad al comprador de que pusiera su gente. Al año de salir de Universal, el Banco Popular me propuso volver a integrarme a la empresa, después de varias negociaciones, de pensar mucho el tema, ya no iba ser como esposo de la hija del dueño, tenía que dejar mi compañía de mucho éxito para volver a ser un empleado era un cambio bastante radical, pero logré, dentro de la propuesta que me hicieron, que me vendieran parte de las acciones, y así comencé con el Grupo Popular en 1985. No me arrepiento de haber tomado esa decisión, tuve la suerte también de contar con el apoyo de una estructura con ética y profesionalismo y conté con el apoyo pleno del presidente del grupo, don Alejandro Grullón”.

10. Otro cambio de ruta
Después de 20 años en Grupo Popular, se presentó la crisis económica financiera del país en 2003, el Popular era parte del sector financiero, tomó decisiones de vender algunas de sus empresas, como los medios y Universal de Seguros. Le propuse al banco que iba a formar un grupo de empresarios para recomprar a Universal, entonces la compramos en 2005.

Para ello tuvimos que endeudarnos bastante, había que hacer un esfuerzo. Todavía estamos aquí, obviamente con una empresa que ha creado su propia marca, su propio nombre, que se salió de la sombrilla del Popular para marchar sola. Asumimos el reto, tuvimos que crear una cultura de nuevo a ese personal de Universal, hemos creado una empresa con una serie de principios orientados en la transparencia, la ética, la moral y la responsabilidad social corporativa hacia la sociedad. El próximo cambio que tuvimos fue convertirnos en un grupo, donde decidimos bajo la sombrilla del grupo tener una estructura corporativa diferente y unidades de negocios, y ha funcionado”.

Empresa inclusiva

La igualdad de género es parte de nuestro esquema, es por eso que somos reconocidos como la sexta empresa en toda Latinoamérica con un buen lugar para trabajar. Aquí el sexo femenino predomina frente al masculino, nos sentimos muy orgullosos, complacidos y satisfaceos del ambiente de trabajo, una gran parte de los empleados son accionistas de la empresa, esas acciones son un ingreso adicional que tienen cada año y les sirve para acumular en el futuro su pensión.

Hemos ido más allá, no nos conformamos nada más con la pensión de la Seguridad Social, también tenemos una pensión complementaria, donde ellos voluntariamente participan en un programa adicional de pensiones de forma tal de complementar la pensión cuando llegue su momento. Somos una empresa que goza de un alto reconocimiento por parte de las autoridades de Impuestos Internos. Somos de los principales contribuidores al fisco, entendemos que esa es de la única forma que un país se puede desarrollar, pagando nuestros impuestos.

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