Todo el tiempo, las personas piden, ruegan y esperan por todo tipo de cosas. Los deseos de la humanidad van de lo intangible hasta aquello que se puede ver, sentir y tocar.
Las personas aspiran a vivir una realidad distinta, en un lugar diferente, con más de lo que ahora poseen.
Algunos creen firmemente que solo su esfuerzo y determinación los hará alcanzar sus metas.
Solo trabajando duro y sin descanso podrán ver sus sueños hechos realidad.
Otros, aseguran que sin la voluntad de Dios, por más que se esfuercen, jamás podrán lograr conseguir lo que se proponen. Para ellos, además de la bendición divina, es necesario un trabajo arduo y constante.
Estas personas saben que el trabajo es el camino más seguro hasta el éxito, pero siempre poniendo a Dios en el centro de sus deseos.
Existen otras personas, cuya fe es tan ciega, que piensan que con solo oraciones podrán lograr todo cuanto se proponen. Viven de la fe y por la fe.
“No se mueve la hoja de un árbol sin la voluntad de Dios”, y ellos son incapaces de mudar un paso si el Altísimo no está de acuerdo.
Sin importar la magnitud de lo anhelado, lo difícil y complicado, cierran los ojos y abren el corazón, esperando en Dios.
Pero, sobre todo, están aquellos que te dirán que no importa lo que desees, lo que pidas y lo que esperes, lo más importante es saber si eso que tanto deseas, es lo que realmente te conviene, si es lo que necesitas o es lo que te hará feliz. Su consejo es que siempre, comiences tu oración, dejando claro que sólo deseas recibir, aquellas cosas que te convengan, que te den la felicidad que deseas.
Estas personas, te dirán que constantemente, la gente pide y desea con toda su alma, cosas que no le serán convenientes y por eso, por más que rueguen nunca les son concedidas.
Las peticiones no escuchadas, son las que contribuyen a la pérdida de la fe y la esperanza, pero quienes tienen la convicción de que Dios no da lo que no conviene, en realidad es la manera en la que el Padre Celestial, los protege.
Para quien no es tan espiritual, esto es muy difícil de entender, así como resulta muy difícil saber, si lo que tanto se desea no es lo más conveniente.
Al final, todos, los más confiados y las más escépticos, tendrán sus razones para justificar el por qué las cosas no resultaron como lo esperaban, del mismo modo que lo harán, a la hora de celebrar la meta conquistada.
Cada quien lo explicará de distintas maneras.