Micropropagación de plantas: base firme para la agricultura

A través del Laboratorio BioVega se tiene capacidad instalada para producir hasta 10 millones de plántulas por año; ese centro es referente en la región

La Vega.- En República Dominicana existen cuatro laboratorios dedicados a la micropropagación de plantas, tres de ellos son privados y uno es estatal: el Laboratorio de Micropropagación de Plantas In Vitro BioVega. Ubicado en el kilómetro 0 de la autopista Duarte, en Pontón, La Vega, este espacio estatal es un referente para la agricultura nacional, no solamente por su tecnología, sino por el compromiso de su equipo en ofrecer plantas libres de enfermedades y con calidad garantizada.

A mediados de 2020, BioVega apenas trabajaba con dos rubros: musáceas (principalmente plátano) y yautía. Ha dado un salto significativo y ya multiplica 24 rubros distintos, lo que representa un crecimiento de 1,100%. Este avance no solo es numérico, sino que tiene un impacto real en la producción y en la vida de los agricultores. El secreto detrás de este salto radica en el uso de la biotecnología para convertir una sola parte de la planta en un millón de plántulas. El director general del laboratorio, Carlos Viloria, lo explica de forma sencilla: “Cada inflorescencia está llena de millones de células. Aquí trabajamos con esas células para asegurar al menos un millón de matitas a partir de cada manzana”. Lo que antes era la forma tradicional de sembrar —donde una cepa producía dos o tres hijos—, en BioVega se multiplica a una escala completamente distinta.

BioVega ha logrado establecer un catálogo diverso de cultivos que se multiplican de forma continua. Los rubros abarcan desde alimentos básicos hasta especies con potencial de exportación y uso ornamental. Estos son: plátanos Fhia, plátano macho por hembra, ajo, papa, habichuela, piña, rulo, fresa, yautía, castaño de masa (también conocido como buen pan), alcaparra, batata, rábano, orquídea, curare, ñame, pino, lerén, arándano, vetiver, mapuey, uva, flor de pascua y café.

Calos Viloria y Esclaudys Pérez se encargan de que cada proceso siga su curso en el local.



Cada uno de estos cultivos representa no solo una opción productiva, sino un paso hacia la diversificación agrícola y la seguridad alimentaria. La capacidad instalada de BioVega permite producir hasta 10 millones de plántulas/año, aunque actualmente la producción se encuentra en 2.5 millones, de las cuales 1.5 millones llegan directamente a los campos.

Este desfase entre la capacidad instalada y la producción real ha motivado una intervención directa del gobierno. El presidente Luis Abinader, quien visitó el laboratorio, aprobó un apoyo de RD$25 millones para impulsar la producción a por lo menos 8 millones de plántulas anuales. Este aporte es parte de un plan de ampliación que está en marcha y que busca fortalecer el impacto de BioVega en la agricultura. Hay dos métodos para la multiplicación in vitro -explica Viloria- una es embriogénesis (viene de embriones, según dice); esa es la más efectiva, garantizada 100%. La otra es organogénesis.

El criterio fundamental para decidir qué variedades se multiplican en BioVega es la calidad. No se permite que ningún rubro ingrese al laboratorio sin una evaluación técnica y la certeza de que la planta madre es sana y productiva. Viloria cita que, por ejemplo, en el caso de las musáceas: “Se manda un equipo técnico a preseleccionar la plantación. Una vez se escoge el material, se garantiza que lo que se produce en el laboratorio sea 100% idéntico a lo que se lleva al campo”.

La calidad no se queda solo en el laboratorio. Esa tesis la revalida Escaudys Pérez, de la Dirección Técnica, cuando interviene en la plática sobre el tema.

Cada planta que sale de BioVega está libre de plagas y enfermedades; inocua y lista para desarrollarse. Para garantizarlo, se entrega un documento que autoriza a los técnicos del laboratorio a visitar las plantaciones de los productores, con el objetivo de asegurar el éxito de las plantas y corregir cualquier inconveniente.

El acompañamiento no es solo interno. El Ministerio de Agricultura, a través de sus ocho direcciones regionales y sus departamentos de producción, también forma parte de este proceso. Ellos se encargan de recibir las solicitudes de los agricultores, canalizarlas y dar seguimiento en cada finca donde se siembran las plantas salidas de BioVega.

No existe un volumen mínimo o máximo para adquirir las plántulas. La regla es sencilla: “El que llega primero, se va primero”. Cada solicitud se atiende con justicia y se prioriza el orden de llegada. En el laboratorio hay días en que se despachan más de 14,000 plántulas, todas solicitadas y planificadas para evitar demoras innecesarias. Con eso no se juega.

Este local que aloja al laboratorio está estratégicamente ubicado en el centro del Cibao.



El laboratorio no solo ha captado la atención nacional. Comisiones de Cuba, Brasil, Italia y Honduras han visitado BioVega para conocer su tecnología y la calidad de sus plantas. Viloria recuerda que incluso la Universidad Interamericana de Puerto Rico decidió enviar a su personal académico para capacitarse directamente en BioVega, tras recorrer todos los laboratorios de Centroamérica y el Caribe. Durante 15 días, el equipo de “la isla del encanto” aprendió los métodos y técnicas que han posicionado a BioVega como un referente “aquí y allá”.

Una de las anécdotas más significativas ocurrió con el plátano Fhia 20, originario de Honduras. Una comisión hondureña visitó BioVega y se sorprendió al descubrir que en su propio país ya no se multiplicaba esta variedad con la magnitud y calidad que logra el laboratorio dominicano. Esta consistencia y fidelidad a la genética original han hecho de BioVega un modelo para toda la región.

La visita del equipo del periódico elCaribe a la estructura y la finca experimental de BioVega coincidió con un grupo de estudiantes de agronomía de la Universidad Tecnológica del Cibao Oriental (Uteco), de la provincia Sánchez Ramírez, que se encontraban realizando un recorrido por las distintas áreas de cultivo desde las primeras horas de la mañana.

La presencia de estos futuros profesionales de la agricultura pone en relieve el interés académico que despiertan las investigaciones y prácticas agrícolas que BioVega desarrolla en el corazón del Cibao, una zona de altísima producción.

Hombres y mujeres se enfocan en avanzar cada día.



Los estudiantes escucharon atentamente las explicaciones de los técnicos que los movieron de un lado a otro, todos con vestimentas similares a las de un médico que acude a ver un paciente en una sala de operación, con sumo cuidado.

Dentro del grupo de musáceas, BioVega no solo trabaja con el Fhia 20. También produce el macho por hembra verde, el macho por hembra morado y el macho por hembra tres cuartos, este último conocido como enano. Cada una de estas variedades tiene sus ventajas específicas. Por ejemplo, el macho por hembra tres cuartos ha ganado popularidad por su resistencia a los fuertes vientos, que suelen causar estragos en las plantaciones tradicionales. No es fácil de tumbar.

La demanda de esta variedad se ha disparado en los últimos años, al punto de que BioVega espera igualar la producción del macho por hembra tres cuartos con la del Fhia 20 antes de que termine el año. En el Cibao, donde el plátano es un cultivo esencial, el 90% de las plantaciones está dominado por el Fhia 20, lo que refuerza la importancia de estas variedades y el papel clave de BioVega en su propagación.

¿Por qué aquí y no en otro lugar?

La decisión de instalar BioVega en La Vega no fue un accidente, ni una casualidad. La provincia está en el centro geográfico del país, rodeada por las 14 provincias del Cibao. Esta posición estratégica facilita la distribución de las plantas a todas las regiones agrícolas. La idea original nació durante el gobierno de Hipólito Mejía (2000-2004), cuando Eligio Jáquez era el secretario de Agricultura y Rafael Ortiz Quezada (actual viceministro de Agricultura) lideraba la parte científica, rememoró Carlos Viloria. Sin embargo, la salida de Mejía del poder detuvo el proyecto, que permaneció inactivo hasta 2012. Fue un gran revés
El presidente Leonel Fernández lo inauguró ese año, pero sin ponerlo en funcionamiento real. No fue hasta 2015, bajo la administración de Danilo Medina, cuando BioVega abrió sus puertas y empezó a operar al servicio de la agropecuaria dominicana. El laboratorio ha superado las expectativas, se ha convertido en un pilar esencial para garantizar la calidad de la producción agrícola.

BioVega cuenta con tres autoclaves, antes tenía solo uno.



El ambiente en BioVega se asemeja al de un quirófano. La pulcritud es una regla básica: cada persona que ingresa al laboratorio debe cumplir con un protocolo de vestimenta y limpieza para evitar cualquier contaminación que ponga en riesgo la salud de las plantas.

El equipo humano del centro es tan diverso como sus cultivos. Ingenieros agrónomos, dentistas, bioanalistas y psicólogos conforman el núcleo del laboratorio. Aunque sus formaciones iniciales son distintas, todos reciben capacitación específica en biotecnología para manejar la micropropagación vegetal con el rigor que se exige. Carlos Viloria destaca el compromiso de cada miembro del equipo: “Aquí todos nos concentramos en la multiplicación del patrimonio agrícola de República Dominicana”, asegura.

Parte de los aparatos que se utilizan.



El trabajo el BioVega lo hacen 72 empleados, incluye una parte que trabaja afuera en el invernadero, además de un equipo de mantenimiento. Figura también la parte administrativa. Aquí cada quien tiene tareas distintas, pero el resultado confluye en un lugar: la producción.

De “factura italiana”, se prueban en suelo de RD

En invernadero del BioVega hay en existencia casi 40 rubros (exactamente alrededor de 38) no tradicionales que fueron traídos desde Italia para ir probándolos en suelo quisqueyano, entre ellos arándanos, moras, granadas, higos, avellanas, almendras, kaki, cereza, albaricoque, melocotón, nashi, y olivas, de acuerdo con lo explicado y mostrado por Carlos Viloria, en el recorrido realizado por el lugar con el equipo de prensa que acudió a conocer todo lo que allí existe.

Este espacio acoge procesos de relevancia.



BioVega cuenta con cinco grandes zonas de trabajo, entre ellas sala de medios, de suspensión celular, de inmersión temporal, de siembra y sala de crecimientos. Pero los planes apuntan a robustecer mucho más cada espacio. En el entorno donde está ubicado hay mucho terreno que aún puede ser aprovechado. Está en la agenda, incluyendo en los planes que tiene el ministro de Agricultura, Limber Cruz, según las informaciones suministradas.

El lugar ha despertado elevado interés.

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