Bogotá, 14 jun (EFE).- El intento de asesinato contra el senador y precandidato presidencial Miguel Uribe Turbay, del que este sábado se cumple una semana, sacudió a Colombia que sigue pendiente de su estado de salud y decidida a no volver a los sangrientos años de finales del siglo XX cuando la violencia le arrebató el espacio a la política.
Uribe Turbay, de 39 años, permanece en estado crítico en la Fundación Santa Fe de Bogotá desde el pasado 7 de junio, día en que un sicario adolescente le propinó dos disparos en la cabeza y uno en la pierna izquierda.
En su último parte médico, emitido el viernes, la Fundación Santa Fe indicó que el político, del partido uribista Centro Democrático, “muestra una respuesta al manejo instaurado reflejado en leve disminución de su presión intracraneana”.
Altar frente a la clínica
A la espera de noticias, la gente no se despega de la clínica donde desde hace una semana y se mantienen en oración por la salud del político con velas, imágenes religiosas, flores y fotografías.
“Espero que todos los días tenga mejora, así sea un poquito, eso es parte de la esperanza que tiene todo el mundo para que se mejore”, dije a EFE Rodrigo Aragón, un hombre de unos 50 años que este sábado llegó a la Santa Fe para “darle fuerza para que pueda seguir adelante”.
En el improvisado altar en plena calle, una fotografía de Uribe Turbay en su campaña para el Senado de 2022, con una bandera de Colombia, comparte espacio con otras de Jesucristo, la Virgen de Guadalupe, San Juan Pablo II, San Miguel Arcángel y del monje católico maronita San Chárbel, con fama de milagroso.
San Chárbel nació en el Líbano, país del que es originaria la familia materna de Uribe Turbay y también del prestigioso neurocirujano Fernando Hakim, que operó al político. Tanto el médico como el paciente y sus familias son devotos declarados del santo maronita.
Alto a la violencia
Uribe Turbay es nieto del expresidente liberal colombiano Julio César Turbay (1978-1982), y su madre, la periodista Diana Turbay, fue secuestrada y asesinada en 1991 por el cartel de Medellín, liderado por el narcotraficante Pablo Escobar.
El temor a que vuelva esa década de violencia en la que también fueron asesinados tres candidatos a las elecciones presidenciales de 1990 ha llevado al país a unirse en solidaridad con el político.
En esa campaña cayeron bajo las balas el liberal Luis Carlos Galán (agosto de 1989), el izquierdista Bernardo Jaramillo Ossa (marzo de 1990) y el exguerrillero Carlos Pizarro Leongómez (abril de 1990).
Por eso, líderes políticos convocaron para este domingo en más de 20 ciudades colombianas “La Marcha del silencio” para rechazar la violencia y apoyar la democracia.
“Los violentos no van a escribir el destino de los colombianos. Colombia nos pertenece a todos y por eso no podemos guardar silencio frente a quienes buscan dividirnos”, manifestó el Centro Democrático en un comunicado.
Apoyo popular
El atentado contra Uribe Turbay, que se perfilaba como el más opcionado para obtener la candidatura presidencial del uribismo para las elecciones de 2026, ha causado también inusuales manifestaciones de apoyo.
El grito de “¡Fuerza, Miguel!” se repite a diario frente a la clínica donde su esposa María Claudia Tarazona y otros familiares salen a agradecer las manifestaciones de afecto, y también se ve en pantallas de publicidad en la ciudad e incluso en un partido de fútbol en el estadio El Campín.
“¡Fuerza, Miguel!” es además el título de dos canciones que le han compuesto varios artistas y que se han vuelto virales en redes sociales, mientras que el cantautor Fonseca le envió un saludo en un concierto que dio el jueves en Miami (EE.UU.).
Uribe Turbay, abogado de la Universidad de los Andes, con maestría en Administración Pública de la Universidad de Harvard, es cercano a muchos artistas por su afición a la música pues sabe tocar piano, guitarra y acordeón.
Mientras tanto, la Fiscalía avanza en las investigaciones para tratar de descubrir quien ordenó el atentado por el que hay dos detenidos.
Uno es el menor de 15 años que fue detenido minutos después de los disparos en Modelia, el barrio bogotano donde fue perpetrado el ataque, y en su poder se encontró una pistola Glock por lo que la Fiscalía le imputó cargos por tentativa de homicidio y porte ilegal de armas, que no aceptó.
Cinco días después fue detenido un segundo presunto implicado, llamado Carlos Eduardo Mora quien, según la Fiscalía, estuvo “involucrado en la organización de la logística final” del atentado y por eso le formuló cargos por “tentativa de homicidio agravado, porte ilegal de armas de fuego y uso de menores de edad en la comisión de delitos”. EFE