Con la fumata blanca del 8 de mayo de 2025, concluyó el cónclave que eligió al cardenal estadounidense Robert Francis Prévost como sucesor de Francisco. Su primera decisión fue significativa: eligió el nombre de León XIV, reviviendo una línea papal con profundas raíces en la historia eclesiástica.

Aunque en los primeros siglos los papas conservaban su nombre de pila, esta costumbre cambió en el siglo VI, cuando el papa Mercurio, incómodo con su nombre pagano, adoptó el título de Juan II. Desde entonces, la práctica se ha mantenido como símbolo de transformación espiritual y ruptura con la identidad civil.

Los nombres papales suelen honrar a santos, predecesores o reflejar valores del nuevo pontífice. Pedro, el primer papa, fue renombrado por Jesús, y muchos papas han seguido su ejemplo. En el caso de Prévost, León XIV alude a firmeza doctrinal y liderazgo fuerte, inspirado probablemente en León I, quien frenó la invasión de Atila en el siglo V.

¿Qué nombres han sido los más populares?

Según la Enciclopedia Britannica, “Juan” encabeza la lista, con 23 papas que lo han usado. Le siguen “Gregorio” y “Benedicto” con 16 cada uno. “León” fue usado por última vez hace más de un siglo, y con León XIV, el total asciende a 14 papas con ese nombre.

Algunos pontífices han marcado época con nombres inéditos. En 2013, el papa Francisco rompió la tradición al homenajear a San Francisco de Asís. En 1978, Juan Pablo I combinó los nombres de sus dos predecesores, y su sucesor, Juan Pablo II, se convirtió en uno de los líderes más influyentes del siglo XX.

León XIV: señales de una nueva dirección

Aunque su pontificado apenas comienza, el nombre que ha elegido podría indicar una vuelta a principios firmes, claridad doctrinal y acción decidida. Los próximos meses revelarán si su elección simboliza una reforma moderada o una continuidad estratégica.

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