Ginebra. Las guerras se han vuelto “muy desenfadadas”, lamentó ayer el director general del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR), Pierre Krähenbühl, al evaluar la multiplicación de las crisis humanitarias que esto ha provocado.
“Hablamos de guerras, nos fascinan las siglas de los bandos combatientes, nos fascinan los armamentos más modernos y las cambiantes líneas del frente”, pero se subestiman la consecuencias para las poblaciones civiles inocentes, comentó.
En reflexiones compartidas con la prensa con ocasión del aniversario hoy de la creación del Movimiento Internacional de la Cruz Roja y de la Media Luna Roja, que incluye al CICR y a cientos de sociedades nacionales de socorro, Krähenbühl precisó que actualmente existen 450 grupos armados no estatales que son parte de distintos conflictos.
Asimismo, 200 millones de personas viven en áreas bajo control directo o que se disputan ejércitos y grupos armados irregulares.
Otra particularidad de los conflictos es su larga duración, como el de palestinos e israelíes, que dura cerca de 60 años; el de Colombia, de medio siglo, o los de Afganistán, la República Democrática del Congo o Yemen, que llevan cerca de cuarenta años. “La larga duración de los conflictos significa que, además de la pérdida de vidas, de las lesiones, de la separación (de los seres queridos) y de la desaparición de personas, se produce una destrucción absoluta de la columna vertebral institucional de sociedades enteras (…), así que incluso si estas situaciones terminaran mañana, la fase de reconstrucción sería muy, muy larga”, aseveró. Opinó que otra de las actitudes que inquieta es la “interpretación permisiva” que algunos gobiernos están haciendo del derecho internacional humanitario, que establece las reglas mínimas a respetar en situaciones de guerra y que busca resguardar la dignidad básica de combatientes y civiles.