El sastre del Vaticano se adelanta al humo blanco

Raniero Mancinelli prepara las sotanas para el futuro Papa mientras Roma se llena de cardenales por el cónclave del 7 de mayo.

A pocos pasos del Vaticano, en una pequeña tienda del barrio Borgo Pío, el sastre Raniero Mancinelli, de 86 años, se prepara para vestir a quien pronto ocupará el trono de San Pedro. Con la precisión de un artista y la devoción de un creyente, ha confeccionado tres sotanas blancas —pequeña, mediana y grande— para que el próximo Papa tenga una vestimenta adecuada apenas se pronuncie el esperado Habemus Papam.

Mancinelli no ha recibido un encargo oficial, pero su reputación habla por sí sola. Este modesto taller fundado en 1962 ha vestido a Juan Pablo II, Benedicto XVI y Francisco, y se ha convertido en una parada obligada para cardenales y clérigos que, en vísperas del cónclave, buscan renovar sus atuendos litúrgicos.

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Mientras los preparativos avanzan para el cónclave que inicia el 7 de mayo, la tienda “Mancinelli Clero” bulle de actividad. El propio Raniero relata con naturalidad cómo los cardenales llegan buscando desde solideos hasta fajas, pasando por detalles del cuello de sus vestiduras. El negocio vive uno de sus momentos más intensos del año litúrgico.

Con la ayuda de su nieto, Lorenzo Di Toro, de 23 años, el veterano sastre mantiene viva la tradición. “Él es el maestro. Yo solo intento aprender cada día”, comenta Lorenzo, consciente del legado familiar que está en sus manos.

Una tienda en Roma donde se cose la historia

A lo largo de las últimas décadas, Mancinelli ha sido testigo de los contrastes en los estilos papales. Juan Pablo II optó por la sencillez funcional; Francisco siguió esa línea, pidiendo tejidos “normales”, sin lujos innecesarios. Benedicto XVI, en cambio, prefería materiales más nobles, con peso y elegancia, fiel a su refinado gusto teológico y estético.

Para el nuevo pontífice, Raniero no sabe aún qué tipo de sotana será la definitiva, pero confía en su experiencia: “Con tres tallas diferentes, una debe quedarle bien, o casi bien, cuando salga al balcón de San Pedro”.

Mancinelli, que empezó “como una broma” y terminó vistiendo a los líderes espirituales de más de mil millones de personas, conserva la humildad de sus inicios. “Gracias a Dios pude servir a sacerdotes, obispos y cardenales, pero sobre todo, a tres Papas”, cuenta con una mezcla de orgullo y discreción.

Su papel, aunque discreto, forma parte de una maquinaria milenaria que cuida los detalles del protocolo papal al milímetro. Antes de que el humo blanco suba, y mientras el mundo espera al sucesor de Francisco, este sastre silencioso ya ha dejado lista su contribución.

Punto clave en la transición papal

  • Raniero Mancinelli ha confeccionado túnicas para los últimos tres Papas.
  • Prepara tres sotanas blancas en distintas tallas para el próximo pontífice.
  • Su tienda es centro de actividad antes del cónclave del 7 de mayo.
  • Trabaja junto a su nieto para preservar la tradición sartorial.
  • Adapta cada diseño a las preferencias de cada Papa.
  • La Iglesia Católica exige que el nuevo Papa aparezca vestido de blanco desde el primer momento.

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