Washington. El primer ministro canadiense, Mark Carney, expresó su confianza de que la reunión que mantuvo con el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, marca el principio de una nueva etapa que redefinirá sus relaciones bilaterales tras meses de antagonismo entre los dos países.
La reunión, celebrada en la Casa Blanca, se inició con la ya tradicional comparecencia de los dos líderes frente a los medios de comunicación, un momento temido por los canadienses tras lo sucedido hace unas semanas con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski.
Pero en contraste con la emboscada que sufrió el líder ucraniano, el encuentro entre Trump y Carney, al que también asistieron destacados integrantes de la Administración de Trump así como del gabinete canadiense, discurrió en un ambiente distendido.
Eso no evitó que el presidente estadounidense repitiera su interés en convertir a Canadá en el 51 estado de EE.UU. porque, dijo, la anexión tendría “impresionantes beneficios” para los canadienses como “impuestos más bajos o un Ejército gratuito”.
“Sería un maravilloso matrimonio porque son dos lugares que se llevan muy bien”, insistió Trump.
Carney, que llevaba semanas preparando la reunión, contestó a las palabras de Trump con una sonrisa pero con firmeza. “Canadá no está a la venta y nunca lo estará” declaró Carney, quien explicó poco después ante la insistencia de Trump y su “nunca digas jamás”, la posición canadiense hablando el lenguaje empresarial que el antiguo promotor inmobiliario mejor conoce.
“Como sabe por el mercado inmobiliario, hay algunos lugares que nunca están a la venta. En estos momentos estamos sentados en uno de esos (la Casa Blanca). O el Palacio de Buckingham que usted visitó también”, dijo el líder canadiense ante el gesto afirmativo de Trump.