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WASHINGTON D.C.– El secretario de Estado estadounidense, Marco Rubio, ha anunciado hoy un cambio trascendental en la política de asistencia exterior de Estados Unidos, marcando el fin de la implementación de programas de ayuda extranjera por parte de la Agencia de EE.UU. para el Desarrollo Internacional (USAID).
A partir de este 1 de julio, estas operaciones serán administradas directamente por el Departamento de Estado, con el objetivo de asegurar una entrega “con más responsabilidad, estrategia y eficiencia”.
Rubio enfatizó que esta decisión marca el fin de lo que describió como la “era de ineficiencia”. La medida se produce después de una exhaustiva revisión de “miles de programas” y “más de 715.000 millones de dólares” que reveló que USAID no cumplía con el estándar de promover los intereses de EE.UU.. El presidente Donald Trump había ordenado el cierre de la agencia en febrero pasado.
Críticas a la Gestión Anterior de USAID y la Justificación del Cambio Durante décadas, USAID contó con un “presupuesto casi infinito de los contribuyentes” para impulsar la influencia estadounidense y el desarrollo económico.
Sin embargo, el Secretario Rubio señaló que, más allá de “crear un complejo industrial de ONG de alcance mundial a expensas de los contribuyentes”, la agencia “tiene poco que mostrar desde el final de la Guerra Fría”. Los objetivos de desarrollo rara vez se cumplieron, la inestabilidad a menudo empeoró y el sentimiento antiestadounidense no hizo más que crecer.
El Secretario también reprochó que los países más beneficiados “no suelen corresponder”. Como ejemplo, mencionó que las naciones de África subsahariana, que recibieron 165.000 millones de dólares en inversiones desde 1991, votaron con EE.UU. solo el 29 % de las veces en resoluciones esenciales de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 2023. Además, indicó que “los líderes de estas naciones en desarrollo desarrollaron una adicción” a la ayuda.
“Los únicos que vivían bien eran los ejecutivos de las innumerables ONG, que a menudo disfrutaban de un estilo de vida de lujo financiado por los contribuyentes estadounidenses, mientras que aquellos a quienes pretendían ayudar se quedaban aún más atrás”, manifestó Rubio.
También criticó que USAID comercializaba sus programas como una “organización benéfica” en lugar de “instrumentos de la política exterior” de Washington, y que “con demasiada frecuencia, estos programas promovían ideales y grupos antiestadounidenses”, incluyendo operaciones de “DEI” (diversidad, equidad e inclusión), “censura y cambio de régimen”, e incluso a “adversarios geopolíticos”.
Nueva Visión
Priorizando Intereses Nacionales y la Bandera Estadounidense Bajo la Administración Trump, el enfoque será la priorización de los intereses nacionales en el financiamiento extranjero.
Marco Rubio afirmó: “Donde antes había un arcoíris de logotipos inidentificables en la ayuda vital, ahora habrá un símbolo reconocible: la bandera estadounidense”.
El objetivo es que los beneficiarios sepan que la asistencia “no es una limosna de una ONG desconocida, sino una inversión del pueblo estadounidense”.
La investigación del Departamento de Estado, según Rubio, revela que la mayoría de los países que antes recibían fondos de USAID se inclinan por el comercio, no por la ayuda. Países de América Latina y África, por ejemplo, desean inversiones que les permitan crecer de forma sostenible en lugar de décadas de apoyo condescendiente gestionado por entidades como la ONU o USAID.
En el futuro, la asistencia estadounidense será “selectiva y limitada en el tiempo”, con el principio de que “los estadounidenses no deberían pagar impuestos para financiar gobiernos fallidos en tierras lejanas”.
“Para los estadounidenses y muchos en todo el mundo, el 1 de julio marcará el comienzo de una nueva era de asociación global, paz, inversión y prosperidad”, remarcó el Secretario Rubio.