Entre las oleadas de misiles que se están lanzando Israel e Irán y que amenazan con provocar un grave conflicto regional, los líderes del G7 (Alemania, Canadá, Estados Unidos, Francia, Italia, Japón y Reino Unido) inician este domingo una complicada cumbre de tres días en la localidad canadiense de Kananaskis con múltiples crisis en su agenda y sin un consenso entre los países por la irrupción de Donald Trump.
Las graves divergencias de la mayoría del G7 con el presidente estadounidense, Donald Trump, en temas clave como la invasión rusa de Ucrania, el conflicto en la Franja de Gaza, la guerra comercial iniciada por las políticas arancelarias de Washington o la lucha contra el cambio climático, eran suficientes para impedir que la reunión terminara con el tradicional comunicado conjunto del grupo.
Ahora, la guerra abierta iniciada por el bombardeo israelí de instalaciones del programa nuclear iraní, así como de infraestructuras militares, económicas y científicas del régimen de Teherán, así como los constantes bombardeos sobre Tel Aviv, añade más volatilidad a las conversaciones.
Fuentes oficiales canadienses ya han filtrado que la Cumbre de Kananaskis, en las pintorescas Montañas Rocosas de Canadá, terminará con una declaración del presidente de la reunión, el primer ministro, Mark Carney, ante la esperada imposibilidad de llegar a un consenso en los temas principales.
Además, el G7 producirá una serie de declaraciones, hasta siete, en algunos de los temas que se abordarán en la cumbre.
“Creo que no es un secreto que en algunas áreas, en temas importantes, hay ciertas divergencias”, señaló una de las fuentes que tiene conocimiento directo de las negociaciones que están ya manteniendo los equipos de los distintos países que asisten a la reunión.