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El presidente Donald Trump afirmó durante su campaña presidencial de 2024 que Estados Unidos no libró “ninguna guerra” durante su primera presidencia y que era el primer presidente en 72 años que podía decir eso.
En rigor, esto no era cierto. Durante su primer mandato, Trump intensificó la guerra aérea contra el ISIS en Irak y Siria, ordenó ataques aéreos contra el régimen sirio de Bashar al-Assad en respuesta al uso de armas químicas e intensificó una campaña de contrainsurgencia poco conocida en Somalia. Pero en esos casos, Trump podía decir, con cierta justificación, que simplemente estaba lidiando con crisis que “heredó” de Barack Obama.
Asimismo, Trump ha afirmado repetidamente que las guerras en Gaza y Ucrania nunca habrían ocurrido si él hubiera sido presidente cuando estallaron, en lugar de Joe Biden. Esta es una hipótesis imposible de probar, y puede que haya sido demasiado optimista en sus promesas de negociar rápidamente el fin de ambos conflictos. Pero es justo decir que ambas son guerras que Trump heredó, no que eligió.
Pero ahora, la guerra entre Israel e Irán es también la guerra de Trump. Este sábado por la noche, Estados Unidos bombardeó tres instalaciones nucleares en Irán en Fordow, Natanz y Esfahan, poniendo fin a semanas de especulaciones sobre si el ejército estadounidense se uniría a la guerra israelí contra Irán que comenzó hace más de una semana.
Lo que debe saber
Trump y su “inteligencia equivocada”
Los últimos días en Washington se parecen un poco a las batallas de inteligencia previas a la guerra de Irak, pero con un ritmo acelerado. En lugar de presionar a las agencias de inteligencia para que justifiquen su línea de acción preferida, Trump simplemente las ha desestimado.
El mandatario estadounidense argumentó que Irán provocó el ataque sobre sí mismo al no aceptar el acuerdo que estaba ofreciendo. Pero las negociaciones estaban en curso en el momento en que Trump abandonó la vía diplomática. Asimismo, respaldó la evaluación israelí de que la guerra era necesaria porque nueva información mostraba que Irán estaba “muy cerca de tener un arma”.
Pero esto contradice las declaraciones muy recientes de sus propias agencias de inteligencia y del director de inteligencia nacional. Los funcionarios de estas agencias no estaban convencidos de la nueva evidencia de Israel de que algo dramático había cambiado en el programa nuclear de Irán.
Es difícil exagerar la rapidez con la que ha cambiado la política de la administración Trump. Hace apenas un mes, Trump parecía ignorar al gobierno de Netanyahu, buscando la diplomacia directa con los enemigos más acérrimos de Israel, incluido Irán. Asimismo, congraciándose con gobiernos del Golfo que, evidentemente, no tenían ningún interés en una nueva guerra.
Ahora, Trump no solo ha respaldado la guerra de Netanyahu, sino que se ha sumado a ella y se jactó en su breve declaración desde la Casa Blanca el sábado de que ambos habían trabajado en equipo como “quizás ningún equipo lo ha hecho antes”. Terminó su discurso con “Dios bendiga a Israel” y “Dios bendiga a Estados Unidos”.
También fue un duro golpe para la política. Sobretodo, para los que que pensaban que la administración Trump abrió una nueva era de moderación militar o un cambio de prioridades, desde Oriente Medio hacia China. (Estados Unidos ya ha reubicado sus activos militares desde Asia para esta guerra).
Todavía hay muchas cosas que no sabemos, pero es justo decir en este punto que esta es una guerra elegida por Trump.
Una arriesgada apuesta
En su declaración desde la Casa Blanca el sábado por la noche, Trump afirmó que la operación había sido un “éxito militar espectacular” y que las instalaciones de enriquecimiento habían sido “totalmente destruidas”.
Cabe destacar que Israel prácticamente había evitado atacar estos sitios. Solo Estados Unidos posee las potentes bombas GBU-57 “rompebúnkeres”, capaces de destruir los sitios nucleares más seguros de Irán, en particular la instalación subterránea de enriquecimiento de uranio de Fordow. Y solo Estados Unidos cuenta con los aviones necesarios para transportarlas.
En su declaración, Trump también insinuó que, por ahora, se trataba de una operación única. Refiriéndose a los pilotos que lanzaron las bombas, Trump dijo: “Ojalá ya no necesitemos sus servicios en esta situación”. Pero también amenazó con que si Irán no hacía la paz, “los futuros ataques serían mucho mayores y mucho más fáciles”.
Parece que se espera que Irán se vea obligado a llegar a un acuerdo para abandonar por completo su programa nuclear. Pero es probable que un régimen iraní, consciente de su propia legitimidad, también tome represalias de algún tipo. Posiblemente atacando a algunos de los aproximadamente 40.000 soldados estadounidenses desplegados en Oriente Medio.
¿Qué pasará ahora?
En cualquier caso, no es de exagerar que el escenario está listo para salirse de control.
Si Irán conserva alguna infraestructura de enriquecimiento, ya sea en los lugares bombardeados o escondida en otras partes del país, sus líderes podrían ahora dudar mucho menos en apresurarse a construir una bomba. Durante mucho tiempo se creyó que los líderes iraníes preferían seguir siendo un “estado nuclear en el umbral”, trabajando para desarrollar una bomba sin llegar a construirla. Desde esta perspectiva, creían que su creciente capacidad para construir un arma les daba ventaja, mientras que no intentar construirla evitaba la intervención estadounidense e israelí. Esa lógica ya no sirve.
Tampoco está claro que Israel simplemente quiera concesiones nucleares del régimen iraní. Si bien el primer ministro Benjamin Netanyahu afirmó que la nueva información sobre la capacidad nuclear de Irán fue la razón para iniciar esta guerra, tanto la retórica del gobierno israelí como la elección de objetivos han dejado claro que se trata de una guerra contra la propia República Islámica, y que un cambio de régimen podría ser el objetivo final.
Trump no mencionó un cambio de régimen en su declaración, pero ahora ya comprometió el poder militar estadounidense en esa guerra contra Israel. Es una apuesta arriesgada, y esta vez no tendrá a nadie más a quien culpar.