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Con 2.02 km² y más de 40 000 habitantes, un país convertido en un santuario para millonarios gracias a sus políticas fiscales, seguridad y estabilidad. Pero ya no tiene terreno disponible para construir nuevas viviendas de lujo, lo que ha frenado la llegada de nuevos multimillonarios.
Se trata de Mónaco, encayado en la Riviera Francesa, que coincide con otros microestados europeos (como Liechtenstein o Sealand) en su enfoque fiscal ventajoso para el capital global. No obstante, ahora con el suelo agotado, enfrenta un desafío clave: mantener su atractivo para millonarios sin añadir fricción al sistema urbano ni perder su esencia exclusiva.
Lo que debes saber de Mónaco
- Mónaco mide solo 2.02 km² y alberga a más de 40 mil habitantes.
- Se compara con otros microestados que atraen capital, como Liechtenstein y Sealand.
- Más del 30% de sus residentes son millonarios, lo que lo convierte en el en el territorio con la mayor concentración de riqueza por metro cuadrado del mundo.
El paraíso se queda sin tierra
Aparte de su régimen sin impuesto a la renta, Mónaco ofrece altos niveles de seguridad, estabilidad política y un estilo de vida exclusivo que atrajo a millonarios de todo el mundo. Este movimiento hizo que hoy sus laderas se han llenado de viviendas en altura y la densidad poblacional alcance niveles extraordinarios: 38.000 personas comparten menos superficie que la de algunos barrios de grandes ciudades latinoamericanas, detalla un informe de la BBC.
A esta cifra se suman los miles de turistas que llegan cada temporada alta, saturando hoteles y espacios públicos.
Este condicionante dispara el precio de la vivienda en Mónaco hasta cifras récord: una encuesta reciente consignada pro la BBC ubicó a Mónaco como la ciudad más cara del mundo, con precios que rondan los 40.000 dólares por metro cuadrado en los apartamentos de lujo. El ático más emblemático del país se vende por 335 millones de euros, marcando otro hito en el mercado inmobiliario internacional.
¿Estrategia sostenible o ataúd de riqueza?
La imposibilidad de expandirse territorialmente genera debate: el espacio en Mónaco es tan escaso que los desarrollos inmobiliarios se han visto forzados a aprovechar cada rincón, extendiéndose hacia laderas elevadas. Y en algunos casos, excavando bajo tierra para ganar superficie habitable. No obstante, el crecimiento vertical y subterráneo encontró pronto su límite ante los estrictos parámetros de urbanización y las exigencias medioambientales.
Ante la falta de alternativas terrestres, Mónaco optó por una solución audaz: seguir creciendo hacia el mar. El proyecto Mareterra, impulsado por el príncipe Alberto II y anunciado en 2013, consistió en construir un nuevo barrio sobre seis hectáreas ganadas al Mediterráneo.
Esta extensión —equivalente a un 3% del territorio nacional— se inauguró en diciembre de 2024 tras una inversión de 2.000 millones de euros. En Mareterra se concentran apartamentos, villas, casas adosadas, una marina, comercios selectos y espacios públicos, todo sustentado por gigantescas estructuras de hormigón colocadas en el lecho marino. Algo que colectivos ambientalistas cuestionan si estas medidas compensan el impacto sobre la biodiversidad costera, principalmente por las pérdidas irreversibles en organismos marinos y de posibles procesos erosivos, así como afectaciones a la pesca y al equilibrio de la costa.
Los desarrolladores del proyecto destacan estudios científicos que certifican la aclimatación de plantas marinas reintroducidas en la zona, pero el debate sobre el real balance ecológico sigue abierto. Y, pese a que Mareterra se promociona como respuesta a la crisis de vivienda, los inmuebles resultan inaccesibles para la mayoría. Los precios parten en los 100.000 euros por metro cuadrado, situando al nuevo barrio entre los más caros del mundo.
