A un mes de la tragedia, familiares de las víctimas reclaman respuestas en una emotiva misa memorial
Con su nieto en brazos una madre lloraba desconsolada la muerte de su hija y yerno frente a un altar improvisado en la zona cero del derrumbe de la discoteca Jet Set.
Se trataba de la progenitora de Nelffisis Calwany Sánchez, esposa del destacado pelotero Tony Blanco. En el mismo perímetro, un padre portaba el banner con los rostros de sus dos hijos y otros tres parientes que quedaron aplastados bajo los escombros del techo del popular centro de diversión.
Además del dolor, familiares y allegados de las víctimas del mortal derrumbe comparten la indignación de que a un mes de la tragedia no se han establecido las responsabilidades de lugar, tampoco una respuesta oficial de lo que pudo haber provocado el desplome de la estructura. A 30 días de la catástrofe que apagó la vida de 233 personas y dejó cerca de 200 heridos, velones fueron encendidos en memoria de los que hoy ya no están.
Al conmemorarse ayer un mes de la tragedia Jet Set, la Diócesis Padre Montesinos ofició una misa para recordar a las víctimas de la fatídica madrugada del 8 de abril.
Estaba previsto que la eucaristía fuera efectuada por el padre y obispo Rogelio Cruz, pero según se informó, tuvo que ser intervenido quirúrgicamente por razones hasta ayer desconocidas.
En su lugar, dirigió el acto conmemorativo el padre Marino Alcántara y parte del clero de la congregación, quienes en un solo clamor pidieron justicia y afirmaron que esta tragedia pudo haberse evitado. A ritmo de la canción: “No basta rezar, hacen falta muchas cosas para conseguir la paz”, (Los Guaraguaos, 1974), Alcántara dio oficial inicio a la ceremonia que estuvo matizada por duras críticas al tejido empresarial, a las autoridades públicas y en especial a la clase política del país.
“Vamos a iniciar esta conmemoración profunda y religiosa. En lo adelante el 8 de abril será recordado por este pueblo por una catástrofe que a la luz de todos pudo haberse evitado, pero que sea la justicia de Dios y la de los hombres la que ponga cada cosa en su lugar y en su lugar cada cosa”, expresó.
Con tono enérgico agregó: “Esto tiene que poner necesariamente en atención a las autoridades en lo adelante, para que no se queden con esos busca pesos que van a supervisar y se devuelven de la puerta de los establecimientos porque ya les dieron lo de ellos, y que se mueran los que entren ahí, porque no hay un respeto por la vida humana”.
En palabras del religioso, el pueblo dominicano necesita sanar de “tantas enfermedades sociales de injusticia, de apañamiento, de comisión de grupos económicos y políticos que se amarran entre ellos, que se protegen entre ellos sus intereses y no les importa el dolor del pueblo. Solo nos engañan y usan los medios para tergiversar la verdad”.
Aunque reconoció que el Ministerio Público, bajo la persona de Rosalba Ramos, Fiscal del Distrito Nacional, ha estado presente en el lugar, encauzando situaciones para que la gente pueda acceder… también se pronunció para que no se quede una sola víctima sin que se le haga justicia.
En su contundente llamado de atención, exhortó al pueblo dominicano a ser el principal veedor del proceso hasta que se aclare a la sociedad los detalles, “sin apañamiento, sin privilegios, porque los malditos privilegios son los que han contribuido a las injusticias sociales, y Dios es un Dios de la equidad”.
Movido por su concepto de fe, sostuvo que hay que tener el corazón abierto a Dios sin dejar de reclamar el derecho que asiste a pedir que se “aclare bien lo que aquí ocurrió, porque cada día los familiares que perdieron a alguien ahí, los sufren y sienten su ausencia”.
Desde su punto de vista, “lo que aquí ocurrió es un detonante para estar atentos a las falencias, a los descuidos de las autoridades que prefieren estar siempre haciendo campaña para mantenerse en el poder”.
En la eucaristía se apartó un momento para que los familiares pronunciaran en voz alta los nombres de sus seres queridos que acudieron a la inolvidable fiesta que amenizaba la voz más alta del merengue: Rubby Pérez, que lastimosamente también perdió la vida allí.
Al cierre de la misa, al señor Robert Rodríguez Hernández, mayor del Ejército de la República Dominicana, apenas le quedaban fuerzas para mantenerse de pie frente a la prensa y mostrar el banner con los rostros de sus dos hijos Randy Alexander Rodríguez Cepeda y Anneurys Alexander Viña Rodríguez, fallecidos en la tragedia Jet Set, junto a otros tres parientes.
Sostuvo que a un mes del evento, aún no ha podido conciliar con su esposa las acciones legales de lugar por lo afectada que ha estado tras perder a dos hijos en un solo día. No obstante, este padre dejó claro que da su vida y lo poco que tiene por volver a traer a sus hijos, porque “no hay dinero que les pague la vida de ellos ni el dolor”.
Al respecto, consideró que si el Jet Set fuera propiedad de ciudadanos sin poder, sin relación y sin apellido, estuvieran ahora mismo presos. No obstante, en medio del dolor y la impotencia se aferra a Dios. Son precisamente las oraciones que les mantienen parado, expresó con sincero agradecimiento a todos los que se han solidarizado en este amargo momento.
Este dolor también embarga a la señora Laura, hermana de Isamar Sthefanie Soriano, quien falleció junto a su esposo Edwin Alcides Acosta en el lugar del desastre. La pareja deja dos menores en la orfandad y una profunda herida emocional en sus familiares.