La República Dominicana y Haití mantienen enquistadas sus posiciones sobre la construcción del polémico canal en el limítrofe río Masacre.
Ayer se cumplió una semana de que el presidente dominicano Luis Abinader cerrase todos los puntos de acceso de la frontera con el vecino país, lo que está generando importantes daños económicos a ambas naciones.
Si bien al inicio de esta crisis el Gobierno de Haití se desmarcaba del proyecto, una iniciativa privada sin apoyo oficial, ahora el Ejecutivo afirma que hay que seguir adelante con las obras del polémico canal y ha decidido apoyarlas.
“Sí, el canal debe construirse. Sí, hay que esforzarse para que el agua llegue a los canales como es debido. Sí, es a través de la solidaridad y la unidad como puede regarse la tierra de (la llanura de) Maribahoux”, afirmó el jueves el Ministerio de Agricultura en nombre del gabinete, que defiende el derecho de “Haití a beneficiarse de forma equilibrada de los recursos que comparte con su vecino dominicano”.
Ante la exigencia del Gobierno dominicano de que las obras deben paralizarse antes de sentarse a hablar, la reanudación de las conversaciones bilaterales no parecen proximarse.
Un diálogo que se interrumpió el jueves 14 de septiembre cuando el Abinader, comunicó que definitivamente se cerrarían las fronteras al día siguiente, justo cuando tenía lugar en Santo Domingo una reunión de la Comisión Binacional con el objetivo de resolver la situación a través del diálogo.
Mientras tanto, a lo largo de la línea divisoria reina la calma, incluido el principal punto limítrofe, Dajabón (noroeste de República Dominicana), donde, en declaraciones a los medios, el comandante general del Ejército dominicano, mayor general Carlos Antonio Fernández Onofre, aseguró este viernes que la frontera está tranquila y controlada y que no hay amenazas.