En un momento de las prácticas, ambos equipos coincidieron completos en el terreno y la verdad es que se podía respirar el ambiente de playoff, parecía un juego de la final, pero era del comienzo. El comienzo de un todos contra todos que promete.
Los colegas, como cada tarde, perseguían el dato que le permitiera «arrollar» en twitter, pero nada.
El tema prejuego fue el «Nanitagate», dominado a su antojo por José Gómez con una fuente del inside y dos teléfonos.
Las filas para adquirir boletas habían sido largas, pero yo no presentí un lleno total con acumulación de fanáticos en las afueras hasta después del tercer episodio.
El juego inició con el duelo de pitcheo que se había previsto. Jordan Norberto cortante por el Escogido y Ramón Ortiz no era menos hasta que Denis Phipps puso a los Leones al frente en el cuarto.
Ya saben como pasaron las cosas y en caso contrario ahí está la crónica.
Pero el momento cumbre del juego merece un detenimiento.
Sucedió en la octava entrada con dos outs y los rojos al frente 5-4. El relevista azul Luis Marte permitió que se llenaran las bases cuando parecía iba a sacar de uno, dos y tres.
Y vino Pedro Florimón con su cara nueva, la cara de la confianza que exhibe desde que entró el mes de diciembre.
«Va a dar una línea», dije en voz alta, a pesar de que estaba solo en la oficina de prensa.
El conteo en 2-2 y pega foul y otro foul y luego una bola…siguen otros fouls, pero Florimón no varió el semblante de la seguridad. Me hizo sentir que sabía lo que estaba haciendo.
Cuidó el plato hasta que apareció la cuarta bola que trajo la segunda carrera de ventaja. La vuelta de la tranquilidad.
La ofensiva siguió, pero el momento decisivo fue ese. El turno grande tomado a conciencia por Pedro Florimón.
Entonces las banderas rojas tiñeron el grand stand.
