El templo Santa Ana, que representa un orgullo para la gente de San Francisco de Macorís, está estructurado bajo una mezcla espléndida de llamativos estilos y cubre un bloque completo del pueblo.
Se concibió como un conjunto de cuatro edificaciones, incluyendo el Círculo Social Juan 23, las oficinas del obispado y el cuarto de máquina; interconectados por un patio de estilo español y pasarelas exteriores armoniosamente rodeadas de jardines.
Es una edificación construida velando cada uno de los detalles. Consta de una nave central, amparadas por una bóveda casi helicoidal y dos naves laterales, cubiertas por una losa plana que son el punto focal en el presbiterio.
Al entrar al templo llama la atención su altar construido en mármol y la gran pila bautismal, elaborada con el mismo material. Al frente posee una exquisita obra de vitrales que narra la creación de la humanidad, en donde se plasma la fauna y la flora.
Detrás del altar existe un gran nicho, el cual está recubierto con vitrales en tonos azules, con listelos dorados, que simulan rayos de luz, sirviendo de fondo a la obra escultórica elaborada en caoba del Cristo resucitado.
En el interior del templo también se le dio preponderancia a los arcos que separan las naves recubriéndolos con bóvedas prefabricadas, así como también, las columnas de las imponentes puertas de este espacio religioso. Los asientos del sagrario son concedidos como parte integral del espacio. En dicho mobiliario prevalecen los torneados y relieves que simulan el sacrificio de Cristo.
En la parte frontal del centro religioso resaltan dos torres o campanarios que ofrecen un armonioso equilibrio entre dos grandes rectángulos unidos por un semi-circulo, los terminales de las torres en forma de aguja, son dos cruces en barras de acero en la que está incrustada la frase de P. Schaff: ¨una iglesia hermosa es un sermón en piedra, y su aguja el dedo que apunta a Dios¨.
Esta catedral ha pasado por varias remodelaciones, siendo la más reciente la realizada en 1993 en manos de los arquitectos Zamira Asilis y Pedro Mena, quienes trabajaron en la ampliación de la catedral hacia los laterales, con el fin de poder recibir en sus instalaciones un mayor número de feligreses. Le fueron adosados seis muros en forma C, para brindar mayor ventilación. También se remozaron los espacios de los nichos, los confesionarios, las dos sacristías, el espacio del coro y el área de los bancos.
La importancia que revisten los muros coronados con cornisas de hormigón pre fabricado, radica en que estos proporcionan la solemnidad y la altura que requiera el lenguaje arquitectónico propio de una catedral. Cada año asisten a esta iglesia miles de religiosos para rendir pleitesía a la Virgen Santa Ana, patrona de la ciudad nordestana.
Para saber más
La fachada de esta iglesia dispone de un semi-círculo realizado con vitrales, a partir de la idea del obispo Jesús María de Jesús Moya e interpretados por el arquitecto Manuel Ortega.
El tema, es la Creación: De las manos de Dios salen rayos de luz dirigiéndose a todo lo creado; la noche, en azul oscuro, con la luna y las estrellas; el día en azul claro, con el sol, las aves, las montañas, la flora y la fauna, con el toque local del café, el cacao, las amapolas y los gallos; el ser humano con Adán y Eva y, en la parte inferior, a ambos lados de la puerta principal, la vida debajo del agua. En las torres, también en vitral, hay figuras de las dos columnas de la iglesia católica: San Pedro y San Pablo, con sus respectivos símbolos.