Aterrizar en Kenya, África, parecía un sueño. Me dirigí al Naibor Camp, en el Masai Mara, a bordo de una avioneta que, como las “guaguas” dominicanas, tienen paradas.
En el campamento las noches transcurrían dentro de casas de campañas que tenían “bañeras incluídas”, con un “Ascari” (guardespaldas) cuidándote del “Rey de la selva”.
Es increíble lo que sientes cuando tienes a un león justo en frente: ansiedad, nervios, temblores, sentimientos que se envuelven en una emoción que aún hoy me resulta indescriptible. Escuchar su rugir, ver cómo cazan las leonas sus presas… Sin mencionar el presenciar la migración de los ñúes y alimentar las jirafas con tus propias manos y las zebras, que son top model por naturaleza. En serio, juraría que posaban.