El programa STEM, cuyas siglas en inglés son Ciencia, Tecnología, Ingeniería y Matemática, es un programa de innovación que estimula el talento técnico y científico de los estudiantes, de manera que puedan ser profesionales más competitivos y obtener mejores empleos. STEM promueve como escenario de práctica el mundo real y un aprendizaje aplicado; los estudiantes aprenden “haciendo”, y los maestros se reconvierten en facilitadores de esos procesos de descubrimiento y práctica. En tal sentido, se han tipificado como STEM Jobs aquellos empleos nuevos que la sociedad del conocimiento requiere y que demandan formación no tradicional. “Mientras que casi 200 millones de personas en todo el mundo están desempleadas, las multinacionales luchan con los trabajos que permanecen vacantes. La imposibilidad de cubrir puestos de trabajo no solo se debe a los desequilibrios geográficos en la oferta y la demanda, sino a la laguna de la formación entre las necesidades de la economía del siglo XXI” (Rold, 2013).
En Estados Unidos, se ha aplicado el programa con mucho éxito, y también en países de América Latina como México y Argentina. En varios escenarios locales, las autoridades educativas han sido motivadas a proponer la metodología desde el proceso de rediseño curricular actual. Un experto invitado a una de esas actividades comentó que en los docentes dominicanos se percibe una población cooperativa, solidaria y en magníficas condiciones de aplicar STEM. No se equivoca el conferencista en cuanto a la receptividad de nuestros profesores; ahora bien, esas condiciones no bastan para la integración del programa en el sistema educativo dominicano. Nuestros docentes necesitarían oportunidades de formación diferenciada, y escuelas con infraestructuras y equipamientos mínimos que permitan descubrir, redescubrir y desarrollar la ciencia y la tecnología.
No cometamos de nuevo la insensatez de poner un injerto en el currículo sin prever implicaciones, y sin preparar debidamente el escenario para ser efectivos. No estoy proponiendo que antes de hacer carreteras, todos tengamos zapatos (como dijo en una ocasión Oscar Arias, expresidente de Costa Rica); sino que podemos y debemos acoger procesos de innovación y desarrollo educativos, pero planificados debidamente. En estos momentos, STEM pudiera plantearse como una experiencia piloto, cuya aplicación implique capacitación especializada de docentes en escuelas ambientadas para tales fines, y con garantías de monitoreo y evaluación.