El ranking de las universidades

El economista Andrés Dauhajre hijo publicó en este diario el ranking del 2015 de Quacquarelli Symonds Ltd (Qs) sobre posicionamiento de las universidades latinoamericanas y del Caribe en materia de calidad. Según sus resultados, las universidades&#8230

El ranking de las universidades

El economista Andrés Dauhajre hijo publicó en este diario el ranking del 2015 de Quacquarelli Symonds Ltd (Qs) sobre posicionamiento de las universidades latinoamericanas y del Caribe en materia de calidad. Según los resultados, las universidades&#8230

El economista Andrés Dauhajre hijo publicó en este diario el ranking del 2015 de Quacquarelli Symonds Ltd (Qs) sobre posicionamiento de las universidades latinoamericanas y del Caribe en materia de calidad. Según sus resultados, las universidades dominicanas aparecen muy mal valoradas, aun aquellas que aquí son consideradas como excelencias.

El estudio evaluó 395 universidades, y las dominicanas aparecen bien atrás. La PUCMM es la que obtiene mejor calificación, pero ocupa el lugar 175 entre 395, seguida por Unibe, en la posición 181. Más distante aparece el INTEC en la posición 308; la UASD en la 310; la UNPHU en la 322, la O&M en la 337; la UCE en la 354; APEC en la 370; la UCSD en la 374; UNICARIBE en la 375, y UCATECI en la 391.

Es un panorama, como dice Dauhajre hijo, deprimente, penoso. El mismo obliga a pensar en la calidad de los profesionales que salen de las aulas de esos centros.

El tema no es nuevo, pero este estudio lo coloca en primer plano. Tiene que ver con la escuela de hoy, porque se trata de un problema circular. Los alumnos llegan a las universidades con deficiencias en Lenguaje, Matemáticas y Ciencias y con déficits manifiestos en las capacidades para entender y razonar. Son el producto de un entrenamiento a cargo de un recurso docente que igual pasó por instituciones carenciadas en calidad. Y así, hasta el infinito.

Eso remite a la formación básica y secundaria en la escuela dominicana. Es un sistema circular que renueva la mediocridad de generación en generación. Quienes se preocupan por la educación tendrán que encontrar el punto clave del sistema que permita introducir cambios profundos.

No basta con buscar justificaciones. No basta con decir que esas investigaciones no toman en cuenta los parámetros sobre apertura u otras especificidades locales.

Críticamente, y la criticidad es una de las esencias de la formación superior, los responsables de la educación, simplemente deben considerar esos resultados como indicadores de la necesidad de seguir implantando mejorías en la enseñanza, a todos los niveles. 

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El economista Andrés Dauhajre hijo publicó en este diario el ranking del 2015 de Quacquarelli Symonds Ltd (Qs) sobre posicionamiento de las universidades latinoamericanas y del Caribe en materia de calidad. Según los resultados, las universidades dominicanas aparecen muy mal, aun aquellas que aquí son consideradas como excelencias.

El estudio evaluó 395 universidades, y las dominicanas aparecen bien atrás. La PUCMM es la que obtiene mejor calificación, pero ocupa el lugar 175 entre 395, seguida por Unibe, en la posición 181. Más distante aparece el INTEC en la posición 308; la UASD en la 310; la UNPHU en la 322, la O&M en la 337; la UCE en la 354; APEC en la 370; la UCSD en la 374; UNICARIBE en la 375, y UCATECI en la 391.

Es un panorama, como dice Dauhajre hijo, deprimente, penoso. El mismo obliga a pensar en la calidad de los profesionales que salen de las aulas de esos centros.

El tema no es nuevo, pero este estudio lo coloca en primer plano. Tiene que ver con la escuela de hoy, porque se trata de un problema circular. Los alumnos llegan a las universidades con deficiencias en Lenguaje, Matemáticas y Ciencias y con déficits manifiestos en las capacidades para entender y razonar. Son el producto de un entrenamiento a cargo de un recurso docente que igual pasó por instituciones carenciadas en calidad. Y así, hasta el infinito.

Eso remite a la formación básica y secundaria en la escuela dominicana. Es un sistema circular que renueva la mediocridad de generación en generación. Quienes se preocupan por la educación tendrán que encontrar el punto clave del sistema que permita introducir cambios profundos.

No basta con buscar justificaciones. No basta con decir que esas investigaciones no toman en cuenta los parámetros sobre apertura u otras especificidades locales.
Críticamente, y la criticidad es una de las esencias de la formación superior, los responsables de la educación, simplemente deben considerar esos resultados como indicadores de la necesidad de seguir implantando mejorías en la enseñanza, a todos los niveles.

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