Sandy: Lecciones electorales de una supertormenta

No tengo el poder de presagiar con fría certeza lo que pasará en los Estados Unidos el martes 06 de noviembre cuando se celebren allí…

No tengo el poder de presagiar con fría certeza lo que pasará en los Estados Unidos el martes 06 de noviembre cuando se celebren allí unos de los comicios presidenciales más reñidos de la historia, de acuerdo siempre a las encuestas que dan a Obama y a Romney como ganadores o que los coloca en un empate técnico.

No obstante eso, puedo señalar algunos elementos importantes que serían determinantes en estas elecciones y que al final podrían beneficiar grandemente la campaña oficialista y a su candidato el presidente Barack Obama.

Hablo de Sandy, y es que a su paso por el Caribe, cobró 123 víctimas mortales, dejó cerca de 100 mil damnificados, pérdidas millonarias en la agricultura, destruyó alrededor de 35 mil viviendas y todavía en algunos sectores de nuestro país, como en Cuba, Haití, Jamaica y Bahamas muchas casuchas continúan llenas de lodo fruto de las inundaciones. Sin embargo, todo eso, como diría un amigo, “es secundario”, pues los medios se han concentrado en las elecciones de los Estados Unidos y los efectos que esta supertormenta dejará en la potencia del norte, no solo en lo referente a la economía, ritmo de vida y a su recuperación en términos mediatos e inmediatos, sino en algo más crucial aun y quizás más determinante, la elección de quien vivirá en los próximos cuatro años en la Casa Blanca.

Han pasado casi 21 meses desde que inició la campaña en los Estados Unidos y, siguiendo la ley,  que instauró desde 1885 que las votaciones para elegir al presidente se celebrarían el primer martes, después del primer lunes de noviembre y entre los días 02 y 08, este año coinciden con el día de la Constitución dominicana, el día 06 de noviembre, -aunque también estoy seguro que ese “detalle” será eclipsado por las elecciones del norte, igual como pasa con los daños de Sandy en toda la zona del Caribe.

Luego de todo este tiempo de campaña política a muchos les resultará extraño que las encuestas, a tan solo días de las elecciones, estén al parecer tan cerradas, sobre todo cuando Obama, hace un año aparecía con más de un 50% de preferencia en el electorado y luego de haber sido el presidente bajo cuyo mandato se ajustició a Bin Laden, se retiraron las tropas de Iraq, se inició la retirada de los soldados desplegados en Afganistán y de haber ganado el premio Nobel de la Paz.

Pues así es la política vernácula en los Estados Unidos. La política exterior, aunque se recurre a ella para fortalecer la unidad interior, poco representa a nivel electoral cuando, para poner un ejemplo, el desempleo le quita la capacidad a una persona de comer una hamburguesa y cuando ese dato es llevado a las discusiones proselitistas; de hecho existe una modalidad de encuesta en la cual la pregunta que se formula es esta: ¿con cuál de los candidatos a usted le gustaría tomar una cerveza? De manera que, elementos domésticos y al parecer sin mayor importancia, aunque para la industria de las armas y las grandes corporaciones petroleras y demás sean secundarios en relación a lo que la política de expansión o afianzamiento estadounidense en el tablero mundial se refiere, tienen mucho más peso a la hora del ciudadano común elegir a los inquilinos de la Casa Blanca.

Es por eso que, aun cuando los números no indiquen hoy una victoria arrolladora de Obama sobre Romney, es muy probable que el martes, al caer el sol en California, ya sepamos, por iniciativa de Romney o de su equipo, que Obama y
su familia seguirán habitando la Casa Blanca por los próximos cuatro años.
A que se debería esto? Pues sin lugar a dudas y paradójicamente, a la supertomenta Sandy.

Todos los destrozos de Sandy le han dado la facilidad para Obama, como comandante en Jefe,  tener presencia constante en los medios de comunicación; la referencia de protección desde el Estado a sus ciudadanos ha aumentado; la negativa de Romney en el 2011 a que se creara una agencia de atención federal para casos de emergencia será abordada en estos últimos días; la pertenencia de Romney a la minoría “negacionista” del cambio climático y de los efectos que puede tener sobre el planeta, así como la utilización sutil por Obama del “triángulo de la retórica” de Aristóteles en el que se apela al Ethos (confianza), al Logos (racionalidad de criterio) y al Pathos (elemento emotivo), hará, solo dejando espacio a la duda razonable, que los Swings States, como se les llama a los 9 estados más competitivos y que aportan la mayoría de los 270 delegados de colegios electorales necesarios para ganar, que Obama continúe siendo presidente de los Estados Unidos más allá del día 20 de enero cuando se produce la investidura del presidente electo.

Al final, servirá mejor a la campaña esta tormenta que los debates electorales, sin mencionar la “ayudita” dada por Chris Christie, gobernador republicano de New Jersey, a la campaña de Obama al decir “…agradezco infinitamente el apoyo del presidente y me importa un rábano lo que esto signifique para las elecciones”.

Sin embargo, aun cuando existe una línea “microscópica” entre el papel del Estado frente a una catástrofe de esta índole y la apetencia por lograr la simpatía y el agradecimiento de los electores a partir de un fenómeno de estos, y de que el rol esencial de un equipo de campaña es no permitir que lo segundo se vea por encima de lo primero, es innegable que la ocurrencia de este tipo de fenómenos deja entrever una realidad insoslayable: que el capitalismo y la epopeya de lo privado en la que se vive actualmente es inoperante frente a la importancia de la figura del Estado y de sus ejecutorias en momentos determinantes de la vida del ciudadano.

Si Obama logra mantenerse apegado al papel que como gobernante debe desempeñar, desde ya huele a presidente por “four more years”.

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