Mi hijo es “nuevo” en el colegio, ¿qué hago?

Falta poco para el inicio de clases, lo cual puede provocar mucha ansiedad, tanto a los padres como a los hijos. Por un lado, a los progenitores les preocupa el pago de la inscripción, uniformes y útiles escolares; y por el otro, los jóvenes estudiante

Falta poco para el inicio de clases, lo cual puede provocar mucha ansiedad, tanto a los padres como a los hijos. Por un lado, a los progenitores les preocupa el pago de la inscripción, uniformes y útiles escolares; y por el otro, los jóvenes estudiantes deben prepararse mentalmente (y fisiológicamente, por tener que despertar temprano), ya que sus días de ocio llegan a su fin.

Como es de imaginar, cada comienzo trae cosas nuevas. Por lo tanto, es probable que los estudiantes tengan aula, profesores y compañeros diferentes, además de los nuevos conocimientos que implican un nuevo curso durante el período escolar.

Siempre es difícil adaptarse a los cambios, en especial cuando eres un niño que se rehúsa a ser el “nuevo de la escuela”. Por lo regular, la decisión de ubicar al infante en un nuevo plantel educativo, es de los padres, lo cual puede deberse a varios factores. Estos pueden ser debido a situaciones conductuales y emocionales hasta las relacionadas directamente con el aprendizaje del niño o la niña. También pueden ser recomendados por la dirección del centro, y en algunos casos, solicitado por el mismo infante.

El cambio, según la especialista en terapia Infanto-Juvenil, Clarissa Guerrero, es recomendable y dependerá del ambiente en el que se desenvuelve el niño y su estado emocional.

“Es muy importante sopesar el coste que dicho cambio representará para el niño en el aspecto emocional, social y carga académica. Los padres deben sopesar el grado de ansiedad que pueda generar”, comenta Guerrero, quien considera es la clave para ayudar a la adaptación y aceptación de situaciones y ambiente social distintos.

Sin embargo, cuando los niveles de oposición y la ansiedad que genera es mucha, es necesario evaluar. Pues según la especialista, esto puede bloquear al infante y generar nuevos escenarios que le perturben su integración social y el aprendizaje.

“Hay que tener en cuenta que el niño pueda integrar el sistema educativo y carga académica del nuevo colegio. Cada institución es única y así mismo son los niños. Por tal razón, es importante saber si el estilo del colegio puede acoplarse con el estilo de aprendizaje del niño y así potencializarían sus fortalezas, ya que de no ser así es importante valorar la decisión”, considera.

Escuche a sus hijos
Los padres deben escuchar las razones por las que sus hijos no quieren cambiar de escuela y valorar sus sentimientos. Hacer esto no significa hacer lo que ellos digan, sino hacerle saber de que como padres, lo entienden y que es normal ante nuevas situaciones y cambios que las personas muestren resistencia.

Al hacer esto, también deben hacerle sentir que no estarán solo, que lo acompañarán en el proceso.

Para que se vaya familiarizando, Clarissa Guerrero recomienda que los padres lleven al infante al nuevo colegio y estar en comunicación con los profesores.

Un episodio recurrente en los primeros días de clases es ver niños llorando porque no se quieren quedar o no quieren que sus padres se vayan. Sin embargo, a otros infantes la presencia de sus padres puede hacerles sentir incómodos. Según explica la experta en conducta, la actitud a tomar por los padres dependerá de cuánto conozca a su hijo y de las normas del centro.

“Sin importar el escenario, es importante que los padres hablen a sus hijos, les relaten desde el camino que irán a la escuela y que allí se quedarán a realizar actividades en lo que ellos (los padres) se desenvuelven. Si ya están en llanto, decirles que entienden que esté triste o enojado, pero que ellos regresarán seguro a buscarlos”, dice Guerrero, quien destaca la importancia de siempre despedirse de sus hijos al dejarlos en el colegio, ya que irse sin despedirse o a escondidas puede causar más angustia en los niños. l

Ponga atención a sus necesidades

Los hijos necesitan del cuidado y la atención de sus padres. Esto los hace sentir seguros, queridos. En caso de ignorar sus resquemor a estar en otra escuela, según Guerrero, lo más probable es que el proceso de adaptación sea más prologad. Pero lo más doloroso es que los niños se puedan sentir incomprendidos y desvalorizados por sus padres.

“El entender, validar y acompañar no significa hacer lo que el niño quiere. Sin embargo, marca una diferencia relacional entre los hijos y los padres que va dejando mensajes implícitos: Soy tu padre o madre, te amo, me interesa lo que sientes”, concluye.

 

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