Manejando lo incierto

Los seres humanos llevan años combatiendo la incertidumbre. En el pasado remoto las condiciones eran tan peligrosas, que no sabían si volverían a sus cavernas o morirían en las garras de una bestia. Y el cerebro se les programó en consecuencia.

Los seres humanos llevan años combatiendo la incertidumbre. En el pasado remoto las condiciones eran tan peligrosas, que no sabían si volverían a sus cavernas o morirían en las garras de una bestia. Y el cerebro se les programó en consecuencia.

Hoy en día los hombres han vencido a la naturaleza y no es tan infernal el asunto. Pero se crearon nuevas fuentes de incertidumbre. Los mercados financieros son una de ellas.

Y es con ese cerebro programado para “detestar perder” que los hombres los enfrentan.

Con miedo y aversión al riesgo, aunque en diferente medida según sus temperamentos.

Un catedrático en psicología ilustra esa diferencia como sigue: diariamente, un padre les da dos opciones a sus niños. O dos nueces con garantía, o cuatro sin garantía. El hermanito “prudente” elige siempre las dos con garantía. El “audaz” elige las cuatro. El prudente siempre comerá dos nueces. El audaz comerá según las va rompiendo.

Si se mira el asunto en el tiempo, el audaz comerá más nueces que el prudente. Pero se arriesga a no comer ninguna de vez en cuando. Esto es precisamente lo que no soportaría el prudente. Así que prefiere comer menos nueces, con tal de no incomodarse de mala manera cuando le salen vacías.
Algo parecido ocurre con los adultos cuando deciden invertir sus ahorros. Los prudentes lo harán en bonos de países muy seguros, con una renta fija. Lenta pero inexorablemente sus ahorros irán aumentando, y esto lo podrán verificar diariamente.

Los audaces invertirán en las bolsas de valores. Al final se jubilarán con más dinero que los prudentes, pero habrán sufrido más sobresaltos y sinsabores, porque éstas se desploman y se recuperan.

Uno podría preguntarse quienes son los más sensatos. Y pudiese decirse que los que ganan más a la larga. Pero también es importante tomar en cuenta qué tanto se sufre cuando se pierde y qué tan grande es el miedo a la desilusión. Porque lo que es positivo para el ahorro, no necesariamente lo es para la paz mental. En ese sentido, ambos son sensatos, porque respetan su naturaleza y sus diferentes formas de pensar.

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