Por una nueva política minera

La Ley Minera 146 fue promulgada el 4 de junio de 1971, y aunque el artículo 192 de la Ley Ambiental 64-00, promulgada el 18 de agosto del año 2000, establece actualizar la Ley Minera, hasta la fecha no hemos actualizado ese importante instrumento&#8230

La Ley Minera 146 fue promulgada el 4 de junio de 1971, y aunque el artículo 192 de la Ley Ambiental 64-00, promulgada el 18 de agosto del año 2000, establece actualizar la Ley Minera, hasta la fecha no hemos actualizado ese importante instrumento de desarrollo económico que fue concebido cuando todavía no existía la conciencia ambiental que existe hoy, y cuando las comunidades mineras no tenían la incidencia social que tienen hoy.

La reciente creación y puesta en servicio del Ministerio de Energía y Minas, y los recientes debates sobre las explotaciones mineras y sus impactos ambientales y sociales, constituyen una excelente oportunidad para que el país actualice urgentemente su Ley Minera para hacerla totalmente compatible con la Ley Ambiental, con el Desarrollo Sostenible y con la reducción de la pobreza en las comunidades mineras, pues debe ser obligatorio que una parte importante de los beneficios producidos por la minería vayan directamente a las comunidades mineras vecinas a las operaciones, para que la gente vea que la minería aporta grandes beneficios económicos y no sólo perjuicios ambientales y sociales.

Nadie debe negar que los minerales, metálicos y no metálicos, son la base de sustentación del desarrollo del mundo de hoy, y quien lo niegue sólo tiene que ver de dónde viene el gas de su cocina, metales para los implementos agrícolas que ayudan a producir alimentos, combustibles para vehículos y para las plantas eléctricas que nos iluminan, metales para turbinas de las centrales hidroeléctricas y para cables conductores de la corriente eléctrica, metales para equipos médicos de rayos X, resonancia magnética, tomografías, electrocardiogramas, eco cardiogramas y encefalogramas; minerales que sirven de base a medicamentos; metales para chips de teléfonos celulares, para computadoras, para radios y televisores, y para acondicionadores de aire y refrigeradores que conservan nuestros alimentos; materiales de construcción que aportan cemento, gravas, arenas y acero para nuestras viviendas, escuelas, hospitales e iglesias; en fin, todo lo que está a nuestro alrededor depende de una actividad minera que hoy debe ser obligada a exhibir buenas prácticas de sostenibilidad ambiental.

Si la actividad minera no aportara el gas combustible para cocinar, hace mucho tiempo que nuestros bosques habrían desaparecido fruto de la deforestación para la obtención de leña y carbón vegetal para cocinar, pues cada día el ser humano tendría que enfrentarse a la más preocupante paradoja existencial: o muere el árbol para que sobreviva la familia, o muere de hambre la familia para que sobreviva el árbol, y quien lo dude que visite cualquier apartada comunidad rural dominicana, o vaya a las zonas rurales de Haití, como recientemente lo hice yo, donde al atardecer cada ciudadano regresa a su casa con trozos de leña sobre su cabeza para cocinar sus alimentos.

De ahí que hay que agradecer a la minería que gracias al suministro de gas combustible ya no se necesita tanta leña y tanto carbón como en el siglo anterior, y si tomamos en cuenta el extraordinario crecimiento poblacional de los últimos 50 años, y asumiéramos que la minería no aportara gas combustible, la demanda de leña y carbón de hoy habría arrasado todos los bosques y habría secado casi todos los ríos, como en Haití, pero ello no debe ser justificación para que las empresas mineras abran grandes frentes operacionales y no los recuperen y reforesten a tiempo.

El presidente Danilo Medina y el Ministerio de Energía y Minas deben comenzar de inmediato el trazado de una nueva política minera, acompañada de una nueva Ley Minera, para garantizar la sostenibilidad ambiental y social del sector minero.

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