La lengua es un órgano impar, móvil, en forma de cono, mide 10 cms de longitud, pertenece al tipo de músculo estriado, esquelético y voluntario y descansa en el suelo de la boca. La lengua tiene su esqueleto propio, un armazón osteofibroso, constituido por el hueso hioides y dos láminas fibrosas.
La lengua tiene una raíz y un cuerpo. Este órgano está formado por 17 músculos, cada uno tiene su nombre anatómico propio. Hay, en la lengua, varios grupos de músculos: uno solo es impar y medio, y los grupos de músculos intrínsecos que son pares y laterales. Los extrínsecos hacen cambiar la posición de la lengua, y los intrínsecos, que no están adheridos a los huesos, hacen cambiar la forma de la lengua.
En la línea media de la parte inferior de la lengua se encuentra el frenillo lingual, de forma semilunar, que limita los movimientos de la lengua y evita que nos la podamos tragar.
La función de la lengua es muy versátil: participa en la masticación, guía los alimentos al tiempo que masticamos y tragamos (deglución) y en combinación con la boca, las mandíbulas y las mejillas, la lengua se mueve para articular los sonidos que provienen de las cuerdas vocales y la laringe, es decir que, la lengua tiene un papel importante en la articulación del lenguaje.
Cuando escribimos en columnas anteriores sobre el hipo, le dimos a ustedes la oportunidad de conocer mejor a un gran músculo, el diafragma. Cuando comenzamos, la semana pasada, a hablar sobre los músculos en general, decidimos dedicarle tres espacios a la lengua por la importancia que tienen las funciones que desempeña este órgano.
