Por pensar mucho

Seres racionales, sometemos nuestras decisiones a la razón. Pero al decidir opera no sólo ésta sino también la intuición. Existen abordajes científicos que concluyen que la mejor decisión llega a ser aquella que no sometemos a reflexión. Tuve&#823

Seres racionales, sometemos nuestras decisiones a la razón. Pero al decidir opera no sólo ésta sino también la intuición. Existen abordajes científicos que concluyen que la mejor decisión llega a ser aquella que no sometemos a reflexión. Tuve ejemplo de ello días atrás husmeando en un supermercado. El anaquel de mariscos enlatados presentaba un “bacalao a la vizcaína” en oferta. Me atrajo el producto y el asequible precio. Procedí a tomar varios pero me detuve tras pensar: “Mejor comprar uno solo para probar”. Días después me serví el producto y me gustó muchísimo. Lamenté no haberme llevado de mi primer impulso. Degustarlo de nuevo me significará más dinero y tiempo. Desestimé mi intuición, fallé la elección. 

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