¿Viste usted “de temporada”?

Hace años leí una frase que más o menos decía así: no compres cosas que no necesites, con dinero que no tienes, tratando de impresionar a otro que no le importa lo que adquieres.En esta época de consumismo, aunque uno no quiera,…

Hace años leí una frase que más o menos decía así: no compres cosas que no necesites, con dinero que no tienes, tratando de impresionar a otro que no le importa lo que adquieres.

En esta época de consumismo, aunque uno no quiera, debe ir de tiendas. En la primera que entré, una vendedora me preguntó: ¿desea que le presente lo último de la temporada?

Yo, sin entender mucho, le contesté: ¿se refiere a la temporada de béisbol?
Ella sonrió y recurrió a un método generalmente exitoso, pues toca las mismas esencias del ego humano. Me expresó: usted es un hombre buen mozo, esta corbata es igual a usted, llévesela. Observé la prenda y me asusté. ¿En qué me parecía a una corbata verde con círculos azules?

Soy medio campuno, algo silvestre, lo confieso; quizás por ello no comprendo eso de vestir “de temporada”. Para mí eso es intrascendente. Un abrigo y otro abrigo me es indiferente, con tal de que me quite el frío. En primavera uso lo mismo que en verano u otoño. Mi pequeño vestidor nunca tendrá diseños “de temporada”, y si alguien me regala algo de eso, ni cuenta me daré.

Compro lo que traspasa el tiempo, los caprichos y la vanidad. Una camisa de cuadros y un jean es una ropa para siempre. Un traje oscuro no tiene moda para mí, basta que esté presentable. Igual unas medias negras o unas camisetas, que solo los hoyitos las hacen sacar de “mi temporada”. Y espero no cambiar.
Nadie me quita la libertad de pagar por lo que me guste, no por lo que me impongan.

Vestir “de temporada” debe ser muy complicado, costoso y lo más probable que solo usted y un par más de personas lo noten. Imagino que para lograr tal hazaña se deberá leer mucho, en especial revistas exóticas de esas que huelen a perfume.

Y hay que estar enterado de los chismes de las celebridades, observar los trapos que usan, desvivirse por sus caprichos, buscando la forma de imitarlos. Y estar más frente a un espejo que frente a un libro. Y preocuparse más por el rostro que por el alma.

Ha de ser estresante estar al día con lo que ocurre en las pasarelas de París, New York, Milán y Tamboril. ¿Será instructivo para algunos amanecer escuchando en la TV las respuestas de las participantes en los concursos de belleza, con sus trajes de noche “de temporada”?

A pesar de que en la tienda apenas compré una caja de pañuelos, cuando salí del negocio la vendedora me dijo: “lo espero el mes próximo, que inicia una nueva temporada”. Y volví a pensar en la pelota.

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