Hoy se cumple el 5to aniversario del devastador terremoto que sacudió a Haití, que agravó aún más la crítica situación de ese país, llenando de luto a una buena parte de su población y afectando al resto de manera medular. Se estiman más de 300,000 muertos, 350,000 heridos y más de 1.5 millones sin hogar.
Tragedia de proporciones apocalípticas que movió el corazón de los dominicanos, siendo la asistencia más oportuna, efectiva y rápida, que recibieron en ese estado de desesperanza y destrucción y ello a pesar de la “xenofobia” de que se nos acusa. El pueblo dominicano hizo una demostración de solidaridad extrema con donativos que llegaron de todos los estratos sociales y personas, que dieron “hasta dolerle”.
Las ayudas internacionales para reconstruir ese país, han quedado en titulares en algunos casos y en otros con la endémica clásica ineficacia de los organismos que han trabajado tradicionalmente en ese país. El cólera, de cepa importada por los militares africanos de la Minustah, completó el tenebroso cuadro de muerte.
La Clinton Bush Haiti Fund dirigida por Bill Clinton, Presidente de los Estados Unidos quien instaló en el poder en 1994 a Jean Bertrand Aristide, sobre las bayonetas del US Army, recién, como solución para su país, abandona Haití. La campaña universal contra República Dominicana tiende a responsabilizarnos del menú de dificultades que, como estado inviable, presenta nuestro vecino del oeste.
Lo primero que procuran y en cierta forma consiguen, es deformar la realidad que viven los cientos de miles de haitianos que se han movido hacia el este violando una frágil frontera virtual. Hay que entender que esa masiva migración, del país más pobre, de limitadísima educación y de condiciones de insalubridad extrema, constituyen una pesada carga sobre el dominicano, ya que las instituciones dominicanas no alcanzan a cumplir las demandas de servicios de los criollos, para también compartirlas, sin aporte fiscal alguno, con los haitianos.
El renovador Papa Francisco dice que para que haya una verdadera reconstrucción en Haití, se debe “restaurar” la persona humana. El Cardenal López Rodriguez le pide al Presidente Medina “más firmeza” en el caso haitiano y el Nuncio Judes Thadeus Okolo, de diplomática y ambigua posición oficial, lucha con el difícil papel de limpiar la perversa imagen que dejó su antecesor, Joseph Weslowski y la desconfianza de que fue obispo en Haití y por ende con lazos con el poder político de ese país, que se empeña en desviar la insatisfacción popular haitiana y el incumplimiento con el calendario electoral, hacia los dominicanos, como responsables” de la crítica situación de Haití. l
