La necesaria reelección de Danilo

Hace años estaba con el padre Dubert en San José de las Matas impartiendo Doctrina Social a candidatos a Presidentes de Asamblea de la Iglesia Católica.

Hace años estaba con el padre Dubert en San José de las Matas impartiendo Doctrina Social a candidatos a Presidentes de Asamblea de la Iglesia Católica. Al adentrarnos al tema político, tocamos el punto de la reelección presidencial de Balaguer. Al primero que le preguntamos nos respondió: “la reelección no es buena ni mala, es todo lo contrario”.

La palabra reelección gravita sin descanso en la historia de las democracias occidentales, pudiendo ser positiva o negativa, dependiendo de las circunstancias. Veamos dos ejemplos donde la reelección fue necesaria para el desarrollo de sus respectivas naciones.

Franklin D. Roosevelt en los Estados Unidos, fue electo presidente por cuatro ocasiones (1932, 1936, 1940 y 1944). Esto se debió a su acertada política (New Deal) luego de la gran recesión de los años treinta. Roosevelt hizo una inversión extraordinaria en escuelas, carreteras, hidroeléctricas, mejoramiento agrícola y planes de modernización de las regiones pobres.

Otro caso es el del presidente de Bolivia, Evo Morales, quien acaba de jurar por tercer período consecutivo. Gracias a su política, su país hoy cuenta con mínimos históricos de pobreza (ha bajado más de 15 puntos porcentuales), con un programa masivo de construcción de escuelas, carreteras y de financiamiento a planes sociales. El manejo que le ha dado a la macroeconomía es reconocido hasta por sus adversarios. Bolivia también logró la paz.

En nuestro país no tenemos buenos recuerdos sobre la reelección. Para muchos es una palabra peyorativa, despreciable, que nos causaba rubor hasta hace poco.

La reelección se nos imponía. La cúspide era su promotor esencial. Sus protagonistas la satanizaban para luego caer en sus redes. Su meta era la perpetuidad en el poder, y todo medio justificaba ese fin, incluyendo compras y ventas de conciencias y fraudes electorales. Por todo ello el pueblo miraba mal la reelección.

Ahora, con Danilo Medina, sucede lo contrario. La reelección la impulsa la sociedad, es de abajo hacia arriba. No es el deseo del presidente, es el anhelo de la mayoría de una nación, abarcando a opositores al partido gobernante, otrora indecisos y a nuevos votantes. Eso se siente dondequiera. “Si va Danilo, voto por él, es lo que más le conviene al país”, dicen en las calles. La reelección de Danilo, de hecho, podría ser de consenso.

Tenemos estabilidad política, social y económica sin precedentes, lo que debemos mantener para seguir avanzando. Son muchos los proyectos en carpeta que requieren trabajo duro para hacerlos realidad. Ya el barco ha tomado su rumbo, no nos desviemos, tenemos al capitán adecuado. Solo unidos, con agendas comunes, sin divisiones ni enfrentamientos, podremos seguir adelante, guiados por el mejor liderazgo para estos tiempos, el de Danilo.

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