El vestuario en el cine no es un lujo, es una necesidad primaria

Conjuntamente con el maquillaje, el vestuario en la gran pantalla es uno de los temas que más tensión y preocupación genera durante el proceso de producción cinematográfica. La industria del cine dominicano ha ido tejiendo poco a poco su futuro&#8230

El vestuario en el cine no es un lujo, es una necesidad primaria

Conjuntamente con el maquillaje, el vestuario en la gran pantalla es uno de los temas que más tensión y preocupación genera durante el proceso de producción cinematográfica. La industria…

Conjuntamente con el maquillaje, el vestuario en la gran pantalla es uno de los temas que más tensión y preocupación genera durante el proceso de producción cinematográfica. La industria del cine dominicano ha ido tejiendo poco a poco su futuro en este apartado y hoy en día cuenta con un numeroso catálogo de profesionales que ven un futuro halagüeño en el mercado del séptimo arte.

En este creciente y prometedor mercado muchas empresas, profesionales particulares y talentosos de las tijeras se destacan, aunque hay quienes ya tienen un nombre hecho en el mundo de la indumentaria. Tal es el caso de Slodovan Stridic (El que mucho abarca, Primero de enero, Biodegradable y Ponchao), Alicia Dalmau y Loly Mena (Un lío en dólares), karla Riggs (Locas y atrapadas), Ferdinando Erbetti (Cristo rey), Adria Victoria Mejía (Yo soy la salsa), Katia Fortuna (Duarte), Ferdinando Erbetti (Quiero ser fiel), Lola (Noche de circo), Leandra Fañas (Al sur de la inocencia), entre otros.

Ante la proliferación del celuloide, el tema de la indumentaria ha empezado a suscitar atención ante la nueva camada de cinematográficos nacientes, tanto así es que sobre esta materia se están impartiendo conferencias en el país.
Recientemente el creativo puertorriqueño Rafi Mercado disertó sobre el presente, el futuro y la importancia del vestuario en la cinematografía.

Antes de que la claqueta se estrene y la narrativa tome su curso, el atuendo de los personajes empieza a sugerir emociones a través de los detalles, pero sobre todo, a entretejer los nexos de una historia sobre la que aún no se ha emitido una palabra.

El puertorriqueño Rafi Mercado, quien posee una polifacética carrera en el área del entretenimiento de más de veinte años, hace unas semanas abordó el tema durante una conferencia ofrecida en la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

Mercado, quien trabajó en la película Biodegradable y Primero de enero como diseñador de producción y en la actualidad interviene creativamente en El oro y el polvo, La Gunguna y Morir soñando, filmes que se estrenarán en el transcurso del año, insistió sobre el desafío que implica crear personajes orgánicos, destacando que estos deben trabajarse desde adentro hacia afuera.

“Necesito que el actor crea en lo que está haciendo, por eso insisto, aunque sus interiores no se vean en pantalla deben emitir un mensaje claro a quien los usa. Lo mismo pasa con el color, las texturas, el pelo y el maquillaje”, comenta.

Sin embargo, aclara que la integridad y la candidez del personaje, no siempre dependerán de las recomendaciones que se le sugieren al actor, sino, del atrevimiento de los intérpretes, porque ellos tienen la potencialidad de llevar el personaje al lugar correcto.

Durante el encuentro realizado en la alta casa de estudios, Mercado destacó que los expertos de la tijera deben reconocer “al dedillo” los sentimientos que mueven al personaje y energizan su espiritualidad, antes de crear su guardarropa. “Si trabajo para una cinta de época tengo que valerme de recursos exteriores pero si es al revés también debo complementar la esencia del personaje con su vestido”, explica.

Mercado, quien frecuentemente imparte talleres en festivales latinoamericanos, lleva dos años difuminando su creatividad en varios proyectos de origen dominicano y asegura que para él ha significado mucho que el país le abriera las puertas, también, como catedrático.

Pero, ¿cuánto se gasta en vestuario?

Cada filme a desarrollarse conlleva un presupuesto distinto que tiene una estrecha vinculación con el género y otros elementos de la proyección audiovisual. Sin embargo, durante una entrevista para este medio, Mercado explicó que cada película debe asignar entre un 10 o 15 por ciento de su presupuesto total para equiparar sus armarios . Sobre la tarifa de pago que reciben los vestuaristas comentó que aunque el cine local se encuentre “en pañales” esa área está percibiendo un salario justo.

“En República Dominicana hay buenos diseñadores de vestuarios, la cosa es que se le debe dar más libro abierto y tratarlos como diseñadores no como vestuaristas”, precisó.

Movido por el tema de los atuendos, el laureado director de Código Paz, Pedro Urrutia, también platicó sobre la repercusión de la indumentaria en la gran pantalla.

Durante una entrevista telefónica, el director expuso que en su opera prima el vestuario tuvo un costo superior a los cinco millones de pesos.

En Código Paz una cinta de acción, se produjeron varios cambios de ropa durante la misma escena, porque en ocasiones la intensidad del color (suciedad o sangre) llevaba un tono específico y ante la mínima eventualidad, sin planificación, las prendas eran sustituidas.

Reconocimiento del vestuario en cine local

En el año 2013, la Asociación Dominicana de Cine (Adocine) anunció la creación de premios ¨La Silla¨, en honor a la primera película dominicana, y dicha premiación se convirtió en la primera ceremonia que galardona el trabajo artístico de la cinematografía criolla. Tras su nacimiento han surgido dos versiones: en el primer año la diseñadora Gina Terc se alzó con la categoría de ¨Mejor vestuario¨ por su trabajo en la cinta “De pez en cuando” y, el año pasado, Carolina Castro, recibió dicha distinción por la película El teniente Amado.

Admiración
He trabajado en muchos proyectos dominicanos pero la calidad de la producción de La Gunguna y El oro y el polvo me hacen sentir orgulloso”.

Posted in Sin categoría

Conjuntamente con el maquillaje, el vestuario en la gran pantalla es uno de los temas que más tensión y preocupación genera durante el proceso de producción cinematográfica. La industria del cine dominicano ha ido tejiendo poco a poco su futuro en este apartado y hoy en día cuenta con un numeroso catálogo de profesionales que ven un futuro halagüeño en el mercado del séptimo arte.

En este creciente y prometedor mercado muchas empresas, profesionales particulares y talentosos de las tijeras se destacan, aunque hay quienes ya tienen un nombre hecho en el mundo de la indumentaria. Tal es el caso de Slodovan Stridic (El que mucho abarca, Primero de enero, Biodegradable y Ponchao), Alicia Dalmau y Loly Mena (Un lío en dólares), karla Riggs (Locas y atrapadas), Ferdinando Erbetti (Cristo rey), Adria Victoria Mejía (Yo soy la salsa), Katia Fortuna (Duarte), Ferdinando Erbetti (Quiero ser fiel), Lola (Noche de circo), Leandra Fañas (Al sur de la inocencia), entre otros.

Ante la proliferación del celuloide, el tema de la indumentaria ha empezado a suscitar atención ante la nueva camada de cinematográficos nacientes, tanto así es que sobre esta materia se están impartiendo conferencias en el país. 
Recientemente el creativo puertorriqueño Rafi Mercado disertó sobre el presente, el futuro y la importancia del vestuario en la cinematografía.

Antes de que la claqueta se estrene y la narrativa tome su curso, el atuendo de los personajes empieza a sugerir emociones a través de los detalles, pero sobre todo, a entretejer los nexos de una historia sobre la que aún no se ha emitido una palabra. 

El puertorriqueño Rafi Mercado, quien posee una polifacética carrera en el área del entretenimiento de más de veinte años, hace unas semanas abordó el tema durante una conferencia ofrecida en la Facultad de Artes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo.

Mercado, quien trabajó en la película Biodegradable y Primero de enero como diseñador de producción y en la actualidad interviene creativamente en El oro y el polvo, La Gunguna y Morir soñando, filmes que se estrenarán en el transcurso del año, insistió sobre el desafío que implica crear personajes orgánicos, destacando que estos deben trabajarse desde adentro hacia afuera.

“Necesito que el actor crea en lo que está haciendo, por eso insisto, aunque sus interiores no se vean en pantalla deben emitir un mensaje claro a quien los usa. Lo mismo pasa con el color, las texturas, el pelo y el maquillaje”, comenta.

Sin embargo, aclara que la integridad y la candidez del personaje, no siempre dependerán de las recomendaciones que se le sugieren al actor, sino, del atrevimiento de los intérpretes, porque ellos tienen la potencialidad de llevar el personaje al lugar correcto. 

Durante el encuentro realizado en la alta casa de estudios, Mercado destacó que los expertos de la tijera deben reconocer “al dedillo” los sentimientos que mueven al personaje y energizan su espiritualidad, antes de crear su guardarropa. “Si trabajo para una cinta de época tengo que valerme de recursos exteriores pero si es al revés también debo complementar la esencia del personaje con su vestido”, explica.

Mercado, quien frecuentemente imparte talleres en festivales latinoamericanos, lleva dos años difuminando su creatividad en varios proyectos de origen dominicano y asegura que para él ha significado mucho que el país le abriera las puertas, también, como catedrático.

Pero, ¿cuánto se gasta en vestuario?

Cada filme a desarrollarse conlleva un presupuesto distinto que tiene una estrecha vinculación con el género y otros elementos de la proyección audiovisual. Sin embargo, durante una entrevista para este medio, Mercado explicó que cada película debe asignar entre un 10 o 15 por ciento de su presupuesto total para equiparar sus armarios . Sobre la tarifa de pago que reciben los vestuaristas comentó que aunque el cine local se encuentre “en pañales” esa área está percibiendo un salario justo. 

“En República Dominicana hay buenos diseñadores de vestuarios, la cosa es que se le debe dar más libro abierto y tratarlos como diseñadores no como vestuaristas”, precisó.

Movido por el tema de los atuendos, el laureado director de Código Paz, Pedro Urrutia, también platicó sobre la repercusión de la indumentaria en la gran pantalla.

Durante una entrevista telefónica, el director expuso que en su opera prima el vestuario tuvo un costo superior a los cinco millones de pesos.

En Código Paz una cinta de acción, se produjeron varios cambios de ropa durante la misma escena, porque en ocasiones la intensidad del color (suciedad o sangre) llevaba un tono específico y ante la mínima eventualidad, sin planificación, las prendas eran sustituidas.

Reconocimiento del vestuario en cine local

En el año 2013, la Asociación Dominicana de Cine (Adocine) anunció la creación de premios ¨La Silla¨, en honor a la primera película dominicana, y dicha premiación se convirtió en la primera ceremonia exclusiva que galardona el trabajo artístico de la cinematografía criolla. Tras su nacimiento han surgido dos versiones: en el primer año la diseñadora Gina Terc se alzó con la categoría de ¨Mejor vestuario¨ por su trabajo en la cinta “De pez en cuando” y, el año pasado, Carolina Castro, recibió dicha distinción por la película El teniente Amado.

Admiración
He trabajado en muchos proyectos dominicanos pero la calidad de la producción de La Gunguna y El oro y el polvo me hacen sentir orgulloso”.

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